Para empezar, no hay que mezclar comida y trabajo. De lo contrario, acabaremos comidos por el trabajo. El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, lo tiene claro: "Hay que acabar con las comidas de trabajo de tres horas". Y es que si uno está tres horas comiendo, además de salir tres horas más tarde, acabas enfadado, frustrado y estresado; con menos tiempo para dedicarle a la familia o a uno mismo.
En un estudio elaborado por el IESE, se reconoce que un trabajador que tiene tiempo para él y para su familia es un trabajador satisfecho, más relajado, más partícipe, más competente y más productivo. De paso, se reducen las bajas por depresión o estrés, el mal ambiente laboral y la falta de compromiso con la empresa.
En Caixanova, algún jefe trata, en medio de una atmósfera más informal, como es el caso de una comida, de conseguir una mejor sintonía, conocerse mejor, generar confianza y "hacer Caja". Se preocupa de organizar periódicamente tales reuniones y, para asegurarse una concurrencia plena o casi plena, se permite usar todos los medios a su alcance que, como mando, entiende se le está permitido usar, amenazas incluidas.
El caso es que, al final, vas a las comidas que hagan falta, sobre todo si eres un mando intermedio,....o nuevo y en edad de merecer, y acudes en tensión, procurando no hablar más de la cuenta, facilitando información o haciendo comentarios que no debes.... Sabes que es fundamental no bajar la guardia.
¡PERO EL COLMO ES QUE, AÚN POR ENCIMA PAGAS TÚ!
Esto tiene que cambiar. Todos y todas tenemos un marco laboral que rige nuestras condiciones de trabajo, las nuestras y las de nuestros jefes.