La Vanguardia.- Desgraciadamente, la mala gestión en algunos casos y las políticas marcadas por el rescate europeo han supuesto la eliminación de las cajas, la concentración bancaria en pocas entidades y el incremento de la exclusión financiera en nuestro país.
El anuncio de fusión entre CaixaBank y Bankia marca una nueva etapa de transformación del sector financiero español. Las razones económicas en relación con la rentabilidad, la transformación del modelo de negocio, la aparición de competidores no bancarios y la crisis derivada de la Covid-19 hacen lógica esta operación. Pero también hay riesgos en relación a las plantillas, a la clientela y al interés general. Los accionistas mayoritarios de las dos entidades, la Fundación Bancaria La Caixa y el Gobierno del Estado tienen la responsabilidad y margen de actuación suficiente para asegurar que la operación de fusión no tenga estos efectos negativos.
Todos los procesos de fusión en CaixaBank y Bankia se han realizado con acuerdo de la representación laboral y así tiene que seguir siendo, sin medidas traumáticas ni unilaterales, y manteniendo buenas condiciones para la plantilla. En cuanto a la clientela en ningún sitio está escrito que el futuro banco no pueda desarrollar una política comercial que no excluya a las personas con menos recursos y a autónomos y pequeñas empresas. En cuanto al interés general el futuro banco puede ser un buen instrumento para vehicular recursos para los proyectos que permitan la salida de la crisis originada por la pandemia y tiene que seguir siendo una entidad que esté arraigada al territorio y a la sociedad a través de la actividad financiera, de las suyas participadas y de la obra social.
Tampoco hay que olvidar que una entidad solvente económicamente es la mejor garantía para recuperar los 22.000 millones del rescate de Bankia y para seguir asegurando los recursos suficientes para continuar con la obra social que desarrollan las fundaciones. Por eso hace falta que tanto el Gobierno como la Fundació La Caixa ejerzan su función de accionistas principales de manera proactiva en el Consejo de Administración de la futura entidad y ayuden a convertir a los riesgos en oportunidades.
Dolors Llobet, ex-consejera de Caixabank en representación del personal
Ricard Ruiz, secretario general de CCOO Caixabank