Hace unos días falleció un compañero en su oficina,
presuntamente a causa de un infarto. La noticia, que se ha extendido rápidamente,
además de la lógica compasión que cualquier pérdida
humana provoca, ha generado un sentimiento de preocupación, de
duda y también, porqué no decirlo, de miedo: no podemos
dejar de preguntarnos ¿por qué ha pasado? ¿Me
podría pasar a mí?
Obviamente, no es posible saber con certeza las causas que provocan un
fallecimiento de este tipo. Todos sabemos que para PREVENIR debemos llevar
una vida saludable a nivel alimenticio y deportivo, evitar hábitos
insalubres: tabaco, alcohol, etc. y también evitar el estrés.
Pero, ¿cuáles son las causas del estrés? Aunque son
múltiples, está claro que el estrés lo provocan las
emociones y éstas podríamos enmarcarlas en dos planos vitales:
el personal y el laboral. Los representantes de los trabajadores no podemos
acceder al ámbito de la vida privada de los empleados, pero tenemos
la obligación y la responsabilidad de intentar que la vida laboral
de las personas no deteriore su salud, para eso existe la Ley de Prevención
de Riesgos Laborales que obliga a las empresas a proteger la salud de
sus empleados y a nosotros a velar porque así se haga. Existe
precisamente para PREVENIR, para intentar evitar que el trabajo pueda
ser causa de enfermedad. Por eso cuando, como es el caso, fallece un
compañero no podemos dejar de preguntarnos ¿hemos hecho
todo lo posible en el ámbito de nuestra competencia para prevenir
la pérdida de salud?
Podríamos decir que la Prevención de Riesgos Laborales es
como las luces rojas que se encienden en la central nuclear para avisar
que hay filtraciones y riesgo con el reactor. |
|
Nosotros, los representantes de los trabajadores, somos los vigilantes
de esas luces rojas de la central nuclear y avisamos de que la central
puede estallar. Vemos las señales: malestar en las oficinas,
reducción de plantilla, trato vejatorio, acoso laboral, prolongaciones
de jornada, objetivos imposibles y desconcertantes, inseguridad laboral,
miedo al despido. En resumen: presión, mucha presión.Todo
eso son causas claras de estrés laboral y pérdida de salud
y desde hace tiempo vamos viendo las primeras consecuencias; bajas por
estrés, por depresión, taquicardias, estados de ansiedad,
colitis ulcerosas, psoriasis
De pronto empezamos a ver que va asomando
la punta del iceberg: infartos, derrames cerebrales. (Afortunadamente
pocos casos de momento).
Nosotros hemos activado las luces rojas continuamente y por eso denunciamos
hace mucho tiempo, ante la Inspección de Trabajo que nos ha dado
la razón, la situación de los riesgos psicosociales en la
empresa. De la evaluación que se llevó a cabo se constató
un "riesgo muy peligroso para nuestra salud". Hemos propuesto
y pedido múltiples medidas para que esta empresa mejore esa situación
de riesgo. No nos han hecho caso. De hecho, la vida laboral se deteriora
paulatinamente. Las personas que trabajamos en esta empresa enfermamos
cada día un poquito más. La empresa y sus máximos gestores, contra toda lógica
y ajenos a su obligación de preservar la salud de las personas
que les permiten obtener sueldos espectaculares, cuando les avisamos de
las luces rojas, utilizan el martillo para destrozar los pilotos de
aviso, esas luces rojas que previenen de la catástrofe. Así
siempre podrán argumentar que no existían luces rojas, pero
sí, sí existen, las vemos cada día.
|
|