En el periodo de 50 días que comprende la última semana de noviembre, el consumo navideño de diciembre y las rebajas de enero, estas plantillas sufren jornadas extenuantes, cargas de trabajo extremas y falta de descanso efectivo. En este tiempo se concentran, además, en las comunidades que lo habilitan, en torno al 70% de los domingos y festivos de apertura comercial. ¿Eso habrá redundado en el empleo? No o al menos, no siempre: el volumen de contratación extra o de refuerzo en este periodo es absolutamente marginal. Y es que el repunte de la cotización media en la Seguridad Social respecto a septiembre u octubre no llega al 2% y es inferior o igual al periodo punta en julio.
Tampoco mejoran los indicadores de precariedad. La tasa de parcialidad se sitúa en torno al 25% en el sector frente al 17% del conjunto de la economía, pero lo más llamativo es que esta variable es cinco veces mayor en las mujeres (38,1%) que en los hombres (7,5%).
Junto a los indicadores de precariedad, existen también incumplimientos de la normativa legal o pactada, con prolongaciones de jornadas que no se retribuyen, falsa parcialidad, personas realizando horas muy por encima de las legales y de las fijadas en sus contratos, o cambios de horarios sin respetar los calendarios laborales. Así lo ponen de relieve los resultados del plan director por un trabajo digno 2018-2020 de la Inspección de Trabajo.
Entonces, la pregunta es: ¿estamos ante una pesadilla ente, durante y después de Navidad? Intentamos responder con la ayuda de Ángeles Rodríguez, responsable del sector de Comercio en la Federación de Servicios de CCOO; y Mamen Cano, trabajadora de Zara en Valencia. "Escucha Gente con clase"