Se señalaron pautas para que los trabajadore/as puedan acabar con prácticas machistas en los centros de trabajo, pues todo el mundo tiene responsabilidad en acabar con esas prácticas que dañan a las mujeres y a su entorno. El objetivo es que cada trabajador y trabajadora, y fundamentalmente, los sindicalistas de CCOO, pueda ser un agente bloqueante de esos comportamientos.
Los malestares de las mujeres
Henar Sastre habló de feminismo, pues da la posibilidad de salirse del patriarcado, exponiendo que las mujeres son un proyecto proyectado, tal y como afirma Celia Amorós, pues “somos madres y esposas, y se espera eso de nosotras”. Sin embargo, los hombres no, ellos “pueden ser lo que quieran “. Sastre aportó un dato significativo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que afirma que el 100% de los hombres que son padres vuelven a sus puestos de trabajo, a diferencia de las mujeres (55%).
También habló de los “Malestares de género a los bienestares feministas”, tal y como tituló su ponencia. Afirmó que las mujeres tienen peor salud que los hombres, aunque viven más años. Por esa línea, el nivel de estrés de las mujeres se eleva cuando llegan a casa, a diferencia del de los hombres, que desciende. La respuesta a todo ello es la sobrecarga de género con su rol de esposa, la falta de comunicación con la pareja, el trabajo de la casa, las dobles jornadas, el cuidado de los otros, de los hijos, la “superwoman”, la abuela esclava, y un largo etcétera.
Las mujeres tienen peor salud que los hombres
Carmen Mancheño recalcó la importancia de la salud laboral en la vida de las mujeres, partiendo de la base de que no es igual para las mujeres que para los hombres, y asumiendo dos sesgos de género, uno que “somos diferentes” biológicamente, más factores sociales y otros laborales, y otro: “nos marcan diferencias cuando no las hay", afirma la médica del trabajo
Otra consideración de Mancheño es que las mujeres están “peor diagnosticas que los hombres, al menos en 700 patologías, como por ejemplo el infarto de miocardio”. A nivel biológico, no se protege nada más allá de la maternidad.
Las mujeres sufren más accidentes de trabajo in itínere, aunque los hombres más enfermedades profesionales reconocidas.
En cuanto al mundo laboral, a menudo las mujeres son expulsadas por padecer lesiones que no son reconocidas por la mutua o la Seguridad Social. Carmen Mancheño señaló la importancia de los disrruptores endocrinos en las mujeres dentro del riesgo químico. También es importante la prevención de riesgos específicos, como el acoso sexual, la doble presencia o jornada, y otros discriminativos como el menor salario o mayores riesgos laborales, entre otros.
Las propuestas sindicales pasan por exigir la evaluación de riesgos laborales con perspectiva de género, tener en cuenta las características personales de las trabajadoras, expresar especial atención a los riesgos químicos, sobre todo en receptoras endocrinos, embarazo y reproducción, a los riesgos psicosociales, la doble presencia, establecer protocolos para embarazadas, dotarnos de equipos de protección individual para mujeres, ofrecer resultados desagregados por sexo en cuanto a la vigilancia de la salud, y denunciar la discriminación y la desigualdad en el trabajo y la vida personal.
En el apartado de acoso sexual, una de las primeras necesidades, según expresó la Secretaria de Salud Laboral del sindicato, es que las mutuas reconozcan el acoso sexual como enfermedad profesional. En cuanto a la acción sindical, es imprescindible establecer protocolos de prevención y actuación sobre el acoso sexual, así como la formación y la información sobre este riesgo: “se debe hacer visible el problema del acoso e implicar a la empresa, y se deben establecer medidas preventivas, así como garantizar el empleo de la trabajadora acosada”.
Los mayores errores que se cometen en casos de acoso sexual es la banalización del riesgo laboral, que se lleva a la esfera personal cuando es laboral. Igualmente, otro error importante es la no consideración de la contingencia profesional, tachándola de depresión, estrés, etcétera, pero el daño a la salud no es tratado como contingencia profesional. En su lugar suele haber una actitud paternalista de “vete a casa, vete de la empresa”, concluyó la sindicalista.