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Miedo
HAY miedo, mucho miedo a que la anunciada fusión entre Caja España y Caja Duero no salga adelante. La foto del otro día de los manifestantes delante de la puerta principal de la sede de Caja Duero en Salamanca ha hecho dudar a más de uno en la citada Caja sobre el futuro del proceso de fusión.
HAY miedo, mucho miedo a que la anunciada fusión entre Caja España y Caja Duero no salga adelante. La foto del otro día de los manifestantes delante de la puerta principal de la sede de Caja Duero en Salamanca ha hecho dudar a más de uno en la citada Caja sobre el futuro del proceso de fusión. Es verdad que el grupo más numeroso de los manifestantes eran trabajadores del área de informática, cuya ubicación en León era lo único claro del proceso de la fusión a tres. Pero no es menos cierto que ha habido voces cualificadas que se oponían a esa fusión, como la del expresidente de la Caja, Battaner; el ex director de la Obra Social, Sierra; o el exdirector general, Mielgo, aunque sorprende que hayan esgrimido sentimientos localistas para oponerse como los clásicos nos roban, quitan o nos expolian. Si todos los argumentos en contra son de carácter localista no habría que temer nada, pero la verdad es que los sentimientos provincianos son capaces de echar abajo los mejores proyectos.
Hay auténticos poderes fácticos en contra de la fusión de Caja España y Caja Duero y contra ellos sólo se puede luchar de una manera: transparencia, transparencia y transparencia. Es posible que hasta ahora no se haya podido «vender» mejor las ventajas de la fusión debido a la confidencialidad de los trabajos técnicos sobre el valor de cada caja, pero terminada esa fase, ahora hay que cambiar de estrategia. Hay que explicar, tanto interna como externamente, los porqués de la fusión, las consecuencias de la crisis financiera mundial, la rigidez de los mercados, la estrechez de márgenes y la caída de la actividad económica y del consumo. Todo ello significa que el futuro inmediato pasa por entidades financieras fuertes y sólidas, donde prime la diversificación.
Ahora la fusión debe ser paritaria, al 50%, lo que debe facilitar el acuerdo sobre el organigrama, las sedes y las competencias. Empeñarse en refugiarse a la sombra del campanario de la iglesia del pueblo sólo conduce al desastre.
ABC