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Caja Duero ejerció el liderazgo dentro de los términos jurídicos de una fusión entre iguales Enrique Clemente
Enrique Clemente, que abandonará la caja en 2011, se muestra optimista sobre la votación de la fusión en la asamblea.
Profesor de la Facultad de Geografía e Historia, afiliado a la Federación de Enseñanza de UGT, dirigente provincial del Partido Socialista, ex concejal del Ayuntamiento de Salamanca y miembro del consejo de administración de Caja Duero, Enrique Clemente formó parte de la comisión negociadora de la entidad salmantina en el proceso de fusión con Caja España. Junto con Julio Fermoso, Lucas Hernández, Isaías García Monge, Fernando Rodríguez y Carlos Martínez, Clemente fue uno de los seis encargados por velar por los intereses de Caja Duero a la hora de firmar los Pactos de Tordesillas. Mientras aguarda con optimismo el resultado de la consulta en la asamblea general del 5 de junio, donde la fusión necesita, como mínimo, dos tercios de los votos favorables, defiende la independencia de los consejeros en todo el proceso e insiste en la necesidad de la operación con Caja España.
Profesor de la Facultad de Geografía e Historia, afiliado a la Federación de Enseñanza de UGT, dirigente provincial del Partido Socialista, ex concejal del Ayuntamiento de Salamanca y miembro del consejo de administración de Caja Duero, Enrique Clemente formó parte de la comisión negociadora de la entidad salmantina en el proceso de fusión con Caja España. Junto con Julio Fermoso, Lucas Hernández, Isaías García Monge, Fernando Rodríguez y Carlos Martínez, Clemente fue uno de los seis encargados por velar por los intereses de Caja Duero a la hora de firmar los Pactos de Tordesillas. Mientras aguarda con optimismo el resultado de la consulta en la asamblea general del 5 de junio, donde la fusión necesita, como mínimo, dos tercios de los votos favorables, defiende la independencia de los consejeros en todo el proceso e insiste en la necesidad de la operación con Caja España.
¿Por qué deben votar sí a la fusión con Caja España los 120 consejeros de Caja Duero en la asamblea general del 5 de junio?
Porque la fusión es ahora mismo muy necesaria para el porvenir de nuestra caja. Caja Duero está muy saneada y tiene una rentabilidad adecuada y podría seguir sin problemas en un corto plazo, en dos o tres años, pero estamos en una situación internacional con un contexto de crisis que con el tamaño actual de la caja, entre cinco y diez años, iba a encontrarse sin posibilidades de estar en el mercado financiero. Los consejeros tienen que pensar que la fusión es una solución absolutamente necesaria a medio plazo para un porvenir beneficioso de la caja.
¿Será una victoria arrolladora de los partidarios del proceso?
Yo espero que sí. Mi impresión es que puede haber alguna individualidad, alguna minoría que tendrá sus razones, pero creo que en general la inmensa mayoría de los 120 consejeros ha comprendido la necesidad de la fusión para fortalecer y dar continuidad al proyecto de Caja Duero.
¿Manejan como alternativa posible un voto negativo?
No, sería una auténtica sorpresa. Habría soluciones alternativas, desde luego, pero no serían mejores que ésta en ningún caso. Sería una salida muy de segunda mano, no tan positiva, con las perspectivas tan halagüeñas y buenas que tiene esta primera solución.
¿En qué saldrán ganando Caja Duero, Caja España, Salamanca y Castilla y León con este matrimonio financiero?
Salen ganando en fortaleza como entidad. Van a ganar tamaño. Ese mayor tamaño en el mercado financiero actual les permitirá una presencia más sólida y estable. Van a disponer de una inyección de capital que vendrá muy bien para el proceso de reestructuración. La unificación de las cajas requiere para el éxito futuro a medio plazo una reestructuración de personal y de oficinas, es decir, reducción, en definitiva, de costes de gestión. Eso es lo que le va a dar un tamaño más adecuado en el mercado y una estructura interna más saneada porque para que haya beneficio social y podamos pensar en rentabilidades de 400 millones de euros al año, una vez devuelto el préstamo del FROB, hay que controlar los costes.
Pero hay quien niega esa asociación de mayor fortaleza cuanto mayor sea el tamaño.
Es verdad, no se es más fuerte por tener mayor tamaño, pero ahora en el mercado financiero sí vemos que hay unos tamaños que son necesarios. Sin ellos, existen más dificultades para competir en un mercado más globalizado y competitivo. En los últimos treinta años, la banca privada ha hecho unos procesos que le han venido muy bien para proyectarse fuera de España y llegar a unos tamaños que demanda ahora el mercado.
¿Cuándo comenzarán a verse los beneficios de la fusión?
Hablamos siempre a un medio plazo, a partir del año 2015 suponiendo una buena gestión en estos primeros cinco años que presentan unos retos evidentes: devolver, y cuanto antes para reducir costes de financiación, el préstamo del FROB. Hay que buscar una mayor rentabilidad y, ya en 2015, podríamos tener, tras unos años de contención del gasto sin poder disponer de muchos fondos de Obra Social y Cultural, unas rentabilidades muy altas.
¿Cómo se mantendrá el compromiso de la Obra Social sin recortes cuando, al mismo tiempo, se tienen que devolver 525 millones de euros?
El compromiso no sólo se mantendrá sino que la Obra Social gracias a la fortaleza de la caja unificada se incrementará de forma exponencial. Sí que es verdad que en estos primeros años, entre 2010 y 2015, cuando hay que devolver el préstamo, esta inversión estará ligeramente contenida. Eso no quiere decir que vaya a cerrarse ninguno de los servicios que ambas cajas tenían por separado. Seguirán abiertas las residencias, las casas de cultura, los salones de actos
Ahora, en programaciones culturales como exposiciones o conciertos habrá que tener en estos años una cierta austeridad. Pero después nos acercaremos a los 500 millones anuales en Obra Social y Cultura, cuando Caja Duero ha ofrecido en años anteriores 50 ó 60 millones de euros.
¿Es Lucas Hernández la mejor elección posible como director general de la nueva macrocaja de Castilla y León?
Sí, Lucas (Hernández) ha demostrado en los años que lleva en Caja Duero que conoce muy bien el modelo financiero que suponen las cajas de ahorro, es un profesional técnicamente muy eficiente y, en principio, es una opción extraordinaria. Es razonable y consecuente, además, con que la sede ejecutiva de la macrocaja esté en Salamanca.
¿Merece entonces la pena ese cambio en los estatutos de Caja Duero para retrasar la jubilación de Lucas Hernández?
No cabe ninguna duda que este cambio legal es bueno. Parece razonable alargar la jubilación hasta los 70 años.
¿Existe más rechazo al proceso en la calle que en Caja Duero?
Ahora en la calle se está entendiendo mejor. Hubo un momento en el que la imagen que existía en la opinión pública o que determinados medios de comunicación transmitieron de este proceso era muy desfavorable: se expresaba en algunos eslóganes o tópicos como Nos roban la Caja o Se llevan la Caja a Valladolid o a León. El mundo cambia, no podemos agarrarnos en decir que la Caja es de Salamanca y está sólo en Salamanca y Soria, porque además no es verdad. Algún medio confundió a la sociedad dando a entender que lo que había que hacer era una absorción, y no se trataba de eso. Es una fusión entre iguales. Caja España no era tan solvente en el momento de comenzar las conversaciones, estaba en peores condiciones financieras, pero también es verdad que es más grande en volumen de negocio. De ahí el acierto de los Pactos de Tordesillas cuando se llegó a un reparto ecuánime de responsabilidades, era un acuerdo confortable para ambas cajas.
¿El acuerdo firmado con Caja España respeta entonces la posición de liderazgo financiero de Caja Duero en Castilla y León?
Caja Duero ejerció ese liderazgo, pero dentro de los términos jurídicos de lo que es una fusión. Hay quien entendió que el liderazgo tenía que ser absorber a Caja España e imponerla todas las normas, el presidente, todos los directivos
Eso no era. Nosotros mantuvimos el liderazgo planteando la figura de nuestro director general y que el 90% de la actividad y negocio financiero de la Caja radicaría en la sede ejecutiva de Salamanca. Ellos se quedaban con algo que da más imagen, la sede institucional. Como eso es algo desequilibrado, van a compartir algunos servicios generales, como informática o la Obra Social, que tendrá una gestión descentralizada con una dirección en Salamanca.
¿Es falso que hubiera presiones desde la Junta, el Banco de España y los partidos en las negociaciones de Tordesillas?
En el momento de los Pactos de Tordesillas no tengo esa impresión. Sí estaban la Junta y el Banco de España muy atentos y con muchas expectativas sobre cómo se desarrollaba la negociación. En su día, sí hubo una politización excesiva en los procesos anteriores, cuando se nos quiso embarcar en el famoso SIP a las seis cajas de Castilla y León. UGT, por eso considero que se le debe muchas cosas en la historia de Caja Duero y también en este proceso, nos dijo que era muy peligroso porque suponía perder la naturaleza jurídica de las cajas y abrir la puerta a la privatización posterior. Una vez en este punto, Caja Duero tomó la iniciativa y la única que aceptó nuestro reto fue Caja España, y empezó el proceso de fusión.
¿Alguna vez han amenazado a Caja Duero con la intervención del Banco de España?
No, en absoluto. Ni el riesgo que antes pasó Caja Castilla-La Mancha ni ahora Cajasur. Aquí nunca ha habido ese riesgo. Ni Caja España ni mucho menos Caja Duero han estado con un problema de ese calibre. La cuestión, como decía antes, era a medio plazo, había que tomar decisiones para garantizar una eficacia económica, social y cultural a partir de cinco o diez años.
¿Deben desaparecer los políticos de los nuevos órganos de dirección de la macrocaja regional?
Si se mantiene el actual modelo, no tienen por qué desaparecer los políticos. Sí tiene que haber una reglamentación que les impida manipular políticamente a las cajas. De hecho, ya existe. Tanto la ley estatal de cajas como los estatutos tienen artículos muy claros que establecen que los consejeros, sea cual sea su procedencia, a lo único que deben atender es, en su conciencia, a los intereses de la caja, que es una entidad privada. No tienen que aceptar mandatos ni de partidos, sindicatos, impositores o empresarios. De hecho, la buena gestión de los últimos años en Caja Duero se ha debido a esto. La mayoría de los consejeros hemos sido muy libres para tomar decisiones sin presiones de tipo externo. Por eso nos plantamos cuando nos quisieron imponer el SIP. El consejero se debe a la empresa de la que es consejero.
J. ROMERO
Tribuna de Salamanca