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La hora de la primera fusión
Las asambleas de Caja España y Caja Duero deberán ratificar el acuerdo el sábado
Ha llegado la hora de la verdad. Las asambleas generales de Caja España y Caja Duero decidirán el próximo sábado sobre la fusión de estas dos entidades, de acuerdo con el proyecto de integración aprobado previamente por ambos consejos de administración. La hora de la verdad, pero también la de la responsabilidad, porque no hay otra opción que el voto afirmativo a un proyecto que garantiza la solvencia y la viabilidad a largo plazo de la caja resultante. Lo contrario sería el caos, y ya hemos visto recientemente las consecuencias para Cajasur de su negativa a integrarse con Unicaja.
Ha llegado la hora de la verdad. Las asambleas generales de Caja España y Caja Duero decidirán el próximo sábado sobre la fusión de estas dos entidades, de acuerdo con el proyecto de integración aprobado previamente por ambos consejos de administración. La hora de la verdad, pero también la de la responsabilidad, porque no hay otra opción que el voto afirmativo a un proyecto que garantiza la solvencia y la viabilidad a largo plazo de la caja resultante. Lo contrario sería el caos, y ya hemos visto recientemente las consecuencias para Cajasur de su negativa a integrarse con Unicaja.
El proceso de negociación para fusionar las dos mayores entidades de ahorro de Castilla y León se ha dilatado demasiado en el tiempo. Primero, porque en los planes iniciales se incluyó a Caja de Burgos, que finalmente se ha integrado en el grupo Banca Cívica, pero después por intereses localistas, personalismos y por algunos deseos de mantener, a toda costa, unas parcelas de poder trasnochadas y contraproducentes; y todo ello aderezado por la cerrazón de alguna organización sindical, que han dificultado aún más el proceso, hasta el extremo de que en algún momento ha estado a punto de fracasar. Ahora, sin embargo, no es el momento de mirar al pasado ni de reproducir muchos de los sinsentidos soportados en estos dos últimos largos años, sino de apostar con inteligencia, generosidad y sentido común por el futuro de la nueva entidad.
El sistema financiero español se enfrenta a grandes desafíos, que sólo cajas fuertes, saneadas y con un tamaño adecuado pueden afrontar con expectativas de éxito. Al deterioro de las cuentas de resultados, como consecuencia de la crisis económica y financiera; al estrechamiento de márgenes, y al aumento de la morosidad se ha unido ahora la decisión del Banco de España de endurecer los requisitos de capital que exige a las entidades por los contratos fallidos. El aumento de las dotaciones que deben realizar los bancos y cajas por sus créditos dudosos y por quedarse con inmuebles a cambio de la deuda, además de reducir de media el 10% los resultados antes de impuestos del 2010, no les deja otra salida que afrontar fusiones o reestructuraciones para poder sobrevivir. Paralelamente, el sector debe afrontar el gran cambio normativo que prepara el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. El nuevo marco en el que se deberán desenvolver en el futuro los bancos y cajas de ahorros, bautizado como Basilea III, multiplica los requerimientos que deben cumplir las entidades para inmunizarlas ante futuras crisis, con el reforzamiento de su capital, el aumento de su liquidez y el descenso de las ratios de apalancamiento.
La fusión de Caja España y Caja Duero se revela, por lo tanto, como imprescindible garantía de futuro y como contribución necesaria a la urgente necesidad de reestructuración del sistema financiero español, caracterizado por un exceso de capacidad. Parecía hace pocas semanas imposible, pero el sector está ahora en disposición de culminar antes del 30 de junio -fecha que Bruselas ha impuesto como límite para la concesión de ayudas públicas- su reordenación, después del acelerón que ha experimentado el proceso a partir de la intervención de Cajasur. Las dos mayores entidades de ahorro de Castilla y León no pueden permanecer al margen, como tampoco lo harán Caja de Ávila y Caja Segovia en su aventura con Caja Madrid. No hay vuelta atrás. Es mucho lo que está en juego y nadie debería comprometer el futuro del sector financiero en su conjunto, por meros interés personales, y debilitar la capacidad del mismo para impulsar la recuperación económica.
El Norte de Castilla