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Copilotos del cambio

FALTAN 3 DÍAS / Cuenta atrás para la gran caja

Desde Caja Duero admitieron, definidas ya las posiciones de las entidades de crédito de la región en la carrera por el reordenamiento financiero en una primera etapa, que había existido un déficit de pedagogía para explicar al mundo exterior los pormenores de la unión ante la creciente expectativa, gesto didáctico que han demandado desde otros ámbitos, como el político, que personificó el PSOE de Salamanca en más de una ocasión.


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La relevancia pública de los actores de la fusión entre Caja Duero y Caja España es incuestionable, en algún caso, proyectando hasta el infinitio su carisma o eclipsándolo. En el ávido juego de intereses en un sector privado con directrices públicas, ninguno ha vacilado en el escaparate de los medios de comunicación, pero más de uno ha golpeado la mesa del despacho en más de una ocasión. Una cosa es clara: nadie pierde.

Desde Caja Duero admitieron, definidas ya las posiciones de las entidades de crédito de la región en la carrera por el reordenamiento financiero en una primera etapa, que había existido un déficit de pedagogía para explicar al mundo exterior los pormenores de la unión ante la creciente expectativa, gesto didáctico que han demandado desde otros ámbitos, como el político, que personificó el PSOE de Salamanca en más de una ocasión.

El exceso de oscurantismo para unos y el necesario silencio defendido por otros en un sector tan fluctuante con enemigos a la vuelta de la esquina para tumbar cualquier aspiración de crecimiento, han convertido a los hacedores de la unión financiera entre Caja Duero y Caja España en héroes y villanos o en ambos y en función del cariz del proceso en curso, aunque siempre con una esencia maquiavélica en las maniobras que motivaba hasta situaciones kafkianas.

El juego de intereses y cuotas de poder, abundando en las diferencias territoriales, ha provocado la disgregación de las entidades de crédito en varios proyectos, perdurando el germen del más apasionante para el Gobierno autonómico, es decir, el que nutren las dos principales cajas de la región.

En este periodo, día sí y día también Juan Vicente Herrera, Tomás Villanueva y Óscar López han aparecido en escena para deslizar los mismos mensajes velados, a los que ha hecho caso omiso el presidente de Caja de Burgos, José María Arribas. Más asépticos han sido Fernando Pablos (en la etapa final) y Javier Iglesias, atendiendo a las directrices de partido y respetando la singularidad y liderazgo de Caja Duero en una unión irremediable, porque “nos han marcado las normas: jugar en esta región”, recordaba el presidente de la entidad Julio Fermoso a este periódico el viernes pasado, siempre más prudente en las declaraciones que su homólogo en Caja España, Santos Llamas. Uno médico (neurólogo), el otro, constructor.

Mientras, los sindicatos han velado por el cumplimiento de sus intereses, sin más y fieles a sus principios, pero con diferencias insalvables que se han reflejado en el convenio de la nueva entidad. Por eso, el secretario regional de UGT, Agustín Prieto (miembro del consejo de Caja Duero), y el de CCOO, Ángel Hernández, han defendido en cualquier foro una unión buena para los empleados.

Los integrantes de las comisiones negociadoras han acaparado los focos entre el secretismo impuesto siempre, que tanto irreverente ha tomado a la ligera.

ALEJANDRO R.L.

Tribuna de Salamanca



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