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La vía italiana y sus resultados.
CAJA BADAJOZ.CASSA DI RISPARMIO.
Parece ser que el modelo que de momento se sigue en España es el mismo que se ha seguido en Italia.
Las últimas semanas hemos oído en diferentes foros académicos y de opinión voces que ensalzan la vía seguida por las Cajas de Ahorros en Italia, en su proceso de Transformación .Ha ido una fascinación la que han sentido algunos por esta vía, en su búsqueda de una salida para las Cajas españolas.
Hasta ayer mismo, las Cajas eran una realidad digna de elogio, pero de pronto han sido puestas en berlina y ahora muchos las ven, en el corto plazo, condenadas a desaparecer. Me parece oportuno decir algunas cosas sobre esa vía italiana, hoy tan admirada.
Ha sido un proceso continuado a través del cual las Cajas han desaparecido en Italia y han sido sustituidas por Bancos de gran dimensión, a los que se ha llegado por las siguientes etapas:
1) Ley Amato-Carli (1990): las Cajas, en cuanto entidades crediticias, se configuran como sociedades por acciones (Spa) cuya propiedad se asigna a una Fundación. La primera opera como banco, cuyo control permanece en manos de la segunda.
2) LeyDini (1994): se procede a la privatización de las Spa por una doble vía: mediante sucesivas ampliaciones de capital y la progresiva reducción de la presencia en ellas de las fundaciones, que vienen obligadas a vender parte del que poseían. Sus títulos empiezan a ser controlados por el mercado.
3) Ley y Decreto Ciampi (Ley461/1998 y Decreto Legislativo153/1999):se impone por ley a las fundaciones la obligación de reducir la participación mayoritaria que puedan tener en las sociedades bancarias, obligándoles a invertir en actividades vinculadas al logro de sus fines sociales. Se hace más nítida y lejana la separación de unas con otras.
Fundaciones
El resultado de este proceso, que duró diez años, fue la disminución progresiva de la cuota de capital en manos de las fundaciones (pasó del 68 por ciento que tenían en 1992, al 9 por ciento que tenían en el 2003), aunque ello no es incompatible con el hecho de que Gobiernos locales y algunas fundaciones agrupadas tengan todavía importantes participaciones en grandes bancos italianos (en Italia las cosas nunca son como parecen y eso lo saben bien los del BBV).
El proceso ha sido estudiado por dos reputadas economistas (Carletti y Hakenes-Schnabel), según las cuales el resultado ha sido la creación de grandes grupos bancarios, por sucesivas fusiones y privatizaciones de antiguas Cajas y pequeños bancos. El mejor ejemplo de ello es UniCredit Group (resultante de Crédito Italiano, Crédito Romagnolo, Banca del Monte di Bologna, Cassa de Risparmio di Modena, Cassa de Risparmio di Torino, Banca Cariverona, Cassa de Risparmio di Trento, Cassa di Risparmio di Trieste y otras entidades).
En términos de rentabilidad sobre recursos propios y capitalización, ha sido sin duda un éxito. También en términos de extensión geográfica y mercados cubiertos, algo que en el caso de Unicredit es notable: no sólo se ha extendido por todo el país (antes operaban básicamente en el Norte), sino por varios países de la Europa del Este (Polonia, Croacia, Bosnia, Bulgaria, República Checa y Rumania), lo que no deja de ser un negocio arriesgado. Puede afirmarse que los viejos objetivos de desarrollo regional y obra social que caracterizaba a las Cassa di Risparmio, se han venido a sustituir por otros fines de mayor enjundia: eficiencia, rentabilidad e internacionalización. ¿Es ello un logro? Depende de para quién. Para el sistema financiero italiano y para los accionistas de Unicredit, sin duda que sí; para el agricultor de la Toscana o el pequeño tendero de Módena o de Trento, no estoy tan seguro. Es muy posible que las mayores ganancias se hayan obtenido a costa de una menor disponibilidad de servicios bancarios para las personas y territorios de bajas rentas. En cualquier caso, es éste un tema a estudiar a la hora de iniciar un proceso de privatización de las Cajas de Ahorro en España.
Es sabido que la política de crédito de los grandes bancos ha sido siempre más objetiva, analítica y tecnificada que la de las pequeñas entidades, vinculadas a los intereses locales y a pequeños y medianos empresarios. Los grandes bancos se resisten a extender sus créditos a tenderos, cuya solvencia esté basada, más que en garantías reales, en información local o personal (soft information), difícil de transmitir a través de la jerarquía. Éste ha sido, en opinión de los viejos conocedores del sector, una de las claves del éxito de las Cajas, que por su cercanía a la gente y su arraigo e identificación con el territorio, han inspirado la confianza de los ciudadanos. Contra lo que pueda parecer, en el negocio de los créditos hay, por parte de la gente, fuertes aversiones e inclinaciones ideológicas y sentimentales muy marcadas, terreno en el que las Cajas han venido manteniendo una sustancial ventaja comercial (Suárez Zuloaga). Por ello, las Cajas han sido capaces de captar más ahorro que los bancos (las últimas cifras eran hasta hace poco del 50,74% de las Cajas, frente a 43,30% de los bancos). Ello ha hecho también a las Cajas, en Italia y en España, unos prestamistas más asequibles a las pequeñas y medianas empresas (en operaciones de activo, las Cajas suponen hoy el 50,7% frente al 45% de los bancos).
Privatización y crédito
He aquí otro tema a considerar: el impacto posible del proceso privatizador de las Cajas sobre el crédito a las gentes. Por cierto, no iría mal que la CECA preguntase a la gente qué quiere que se haga con las Cajas; si quieren que desaparezcan y se conviertan en bancos o si quieren que sobrevivan, depurando su gobierno y dirección.
Tal consulta no sería prescriptiva, pero ilustraría mucho la decisión que cada Caja tome al respecto.
Resumiendo: los resultados de la vía italiana, que esencialmente consiste en trasladar la actividad financiera de las Cajas a grandes grupos bancarios privados, que se han ido progresivamente consolidando, son una moneda de dos caras. Por un lado, mayor eficiencia, mayor rentabilidad y mejor gestión, mayor capitalización y solidez de las instituciones y por tanto del sistema financiero, lo que no es poco. Las interferencias políticas se verían reducidas al mínimo necesario y en España a ello se añadiría la tan conveniente pérdida de jurisdicción de las autoridades regionales de tutela.
En contrapartida, los nuevos bancos perderían su arraigo popular y territorial; desaparecería la confianza y cercanía que hoy sienten las gentes hacia las Cajas, difícil de mantener con entidades como Unicredit; la obra social ¡el alma de las Cajas! se puede mantener con las rentas que reciba la Fundación, aunque no sabemos hasta cuándo se mantendrá el tinglado.
Gaspar Ariño. Catedrático de Derecho Administrativo