Tras la renuncia del empresario Santos Llamas a optar a
la presidencia de la fusionada Caja España-Caja Duero, la nueva entidad
financiera está lejos aún de contar con un candidato de consenso que
desbloquee definitivamente la última fase de la fusión. Esta semana se
han reunido los líderes políticos populares y socialistas al más alto
nivel: Herrera, López, Carrasco y Fernández. La reunión terminó sin
acuerdo. Serán necesarias nuevas cumbres para buscar al presidente más
idóneo. Como solución transitoria se baraja la posibilidad de que el
consejero de más edad, un religioso de Caja Duero, ocupe la presidencia
hasta que los políticos lleguen a un acuerdo.
La situación no puede ser más esperpéntica. En primer
lugar, sorprende que tras la renuncia de Llamas, PP y PSOE no tuvieran
ya pactado el candidato, lo que quiere decir que el problema no era
tanto Llamas como la incapacidad de populares y socialistas para llegar a
acuerdos. Que un religioso llegue a la presidencia de la Caja sería la
evidencia más clamorosa de ese fracaso de los políticos. Esa solución
sería sólo para cubrir un trámite, pero la nueva caja seguirá de hecho
sin presidente. Y eso por no hablar de la trayectoria y antecedentes de
sacerdotes en cajas de ahorro, ahí está el caso de Cajasur.
En segundo lugar, la nueva caja nace más politizada que
nunca. A pesar de todas las barreras de incompatibilidades legales que
se han establecido, la verdad, es que son los líderes políticos los que
se reúnen para decidir la presidencia. La viceconsejera de Economía
decía que son los consejeros de administración de las cajas los que
tienen que elegir a su presidente. No es verdad, aunque sí lo sea
técnicamente. Al presidente de la nueva caja lo van a elegir el
presidente Herrera y el secretario del PSOE, López.
En tercer lugar, queda de manifiesto la debilidad
orgánica de Caja España, incapaz de imponer el cumplimiento del pacto de
Tordesillas. Los enfrentamientos políticos en el seno de su consejo y
el hecho de que lleven varios meses sin director general han provocado
una brutal ausencia de liderazgo en la caja, lo que la ha convertido en
un actor secundario en el proceso de fusión. Aunque a Caja España le
correspondería proponer al presidente de la nueva entidad, la verdad es
que la propuesta la van a hacer Herrera y López y lo más seguro que en
contra de los deseos mayoritarios de los miembros del consejo de
administración de Caja España.
Conclusión: Llamas sólo ha sido una víctima de un proceso absolutamente politizado.teresa sánchez-vaquera
ABC