CAJAS y bancos ¡no va más! A las habituales tiendas que
tienen montadas en sus oficinas ahora le añaden una especial dedicada a
la venta de pisos. A las cuberterías, relojes, maletas, baterías de
cocina, toallas, panificadoras caseras, albornoces, edredones, cazuelas y
menaje en general del hogar se une ahora una tienda chollo: pisos
ganga, baratísimos, tirados de precio, porque no saben qué hacer con
ellos. Casi todas las cajas y bancos andan en esta faena inmobiliaria.
Dieron tantas hipotecas y tantos duros a cuatro pesetas que ahora el
negocio les ha rebotado como un bumerán.
Se veía venir la catástrofe; incluso llegamos a temer que
sin motivo ni razón, por falta de población, claro, se iba a edificar
incluso toda la Tierra de Campos, que mira que hay ahí parcelas para
construir. Los bancos y las cajas lo que querían eran hipotecas y más
hipotecas, sin calcular ni riesgo ni morosidades. Y ahora, cuando la
crisis se ha echado encima, se encuentran con que muchos de esos
clientes, a los que les metieron la hipoteca por los ojos y además dos
huevos duros de propina, les devuelven las llaves.
Así nos encontramos con muchas familias que han perdido
los ahorros invertidos en esas casas y con los bancos y las cajas
desesperados intentando hacer liquidez a marchas forzadas. Pasa en todos
los rincones de España y también, cómo no, en Castilla y León.
Por ejemplo, y es sólo un ejemplo, Caja Segovia acaba de
poner 500 inmuebles a la venta. Como en las tómbolas cuando esos genios
de la oratoria animan al personal con «otro perrito piloto». Aquí más
bien es «otro pisito piloto».
Se nota prisa, se nota que la mora les come el terreno,
que el Banco de España les pisa los talones y que la resaca de los malos
cálculos financieros no ha terminado. Ni mucho menos. Por eso los
empleados van a tener que hacer cursillos acelerados para vender los
pisos. Amueblados y con todos los complementos, un 'pack global'.
En esta feria de las vanidades se ha acabó el cuento. No
puedo menos que recordar la frase que un día me dijo Sebastián Battaner,
aquel fenómeno de los balances de Caja Duero: «no hay deuda que no se
pague ni vencimiento que no llegue». ¡ Qué gran verdad! Lo estamos
viendo.
ANIANO GAGO