Seguramente estos ilustres académicos, investigadores, periodistas especializados, etc. que han tenido a bien conceder el premio no han tenido en consideración por irrelevantes las presiones comerciales de las cajas diarias, las multiconferencias amenazantes e insultantes con que se nos castiga un día sí y otro también, el desprecio sistemático a las medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, la arbitrariedad en la promoción profesional y en las retribuciones, el aparcamiento sistemático de profesionales que no se someten a una prácticas comerciales abusivas, y un largo etc.
Los premios cuando se conceden, deben recompensar una realidad, unos hechos, unas actitudes y en este caso nos parece que los argumentos esgrimidos por esta entidad no son ciertos ni asumibles por los trabajadores y trabajadoras de Banesto, seguramente habrá responsables que saquen pecho por el premio pero mal harán si al final se terminan engañando en el solitario.
La realidad de Banesto si habla de una plantilla comprometida con el empleo, con su puesto de trabajo, con su profesión, con el día a día de unas oficinas con poco personal y menos recursos para hacer el trabajo.
Los beneficios económicos publicados hace unos días corroboran el trabajo cotidiano de una plantilla, que en unos tiempos difíciles, aporta su esfuerzo colectivo en un proyecto común con más de cien años de historia, con muchas crisis a nuestra espaldas y proporciona mucho más sentido común que el que están demostrando estos investigadores que desde su atalaya se dedican a bendecir proyectos que ni conocen ni les interesan.
19 de octubre de 2011