Ignacio Fernández Toxo. - Quince días antes, las dos principales centrales sindicales, CCOO y UGT, habíansuscrito un acuerdo con la patronal sobre negociación colectiva para hacer del empleo su prioridad y promover la flexibilidad interna negociada. La contrarreformagubernamental incumple este acuerdo y desequilibra decisivamente el poder contractual a favor del empresario: establece la primacía absoluta del convenio de empresa, individualiza las relaciones laborales y permite que los empresario smodifiquen unilateralmente salarios y demás condiciones de trabajo pactadas.
Además, la reforma facilita y abarata el despido. Habiendo entrado la economía española en recesión, está generando ya un aumento de trabajadores despedidos que se suman a la insoportable cifra de 5,3 millones de parados, el 23% de la población activa.
Al mismo tiempo, las exigencias de las instituciones de la UE para la reducción del déficit público obligan al Gobierno de España a realizar, en 2012, un ajuste presupuestario de 35.000 millones de euros que hay que sumar a los 15.000 millones que realizó el Gobierno de Zapatero en 2010. Todavía no concretados, los nuevos recortes afectarán a la calidad y las prestaciones de los servicios públicos fundamentales, en particular la educación y la salud, profundizando un deterioro que ya ha producido protestas sociales muy importantes.
Nunca ha habido tantos motivos para una huelga general, que concebimos como un paso más en un proceso de movilizaciones sindicales y sociales de largo alcance. La convocamos, emplazando al Gobierno de España a la negociación, porque todavía existe un cierto margen de autonomía en el modo de concretar las políticas de austeridad y reformas estructurales impuestas por las instituciones europeas desde mayo de 2010. Pero somos conscientes de que estamos sufriendo las consecuencias2de unas malas políticas definidas en Berlín y aplicadas por Bruselas, bajo el imperio dela ideología económica neoliberal conservadora imperante en Alemania.
El Pacto por el euro plus, el six-pack de la gobernanza económica y el nuevo Tratadoo Pacto fiscal son, por el momento, los instrumentos legislativos de unas políticas que está poniendo en cuestión los fundamentos políticos y sociales de la UE. Lo peor delcaso es que esas políticas están fracasando. Sus objetivos explícitos eran alcanzar, en2013, los objetivos de déficit público y deuda del Pacto de Estabilidad y así lograr que los mercados prestasen a los Estados a tasas de interés razonables. Los severos recortes presupuestarios, no acompañados de ninguna otra política impulsora del crecimiento y promotora del empleo, han provocado una nueva recesión. Y con recesión no pueden cumplirse los objetivos de déficit.Por otro lado, la crisis de las deudas soberanas se ha extendido y agravado con respecto a la situación de comienzos de 2010. El caso español es sólo un ejemplo: antes de mayo de 2010 la prima de riesgo de la deuda española era de unos 160puntos básicos. Hoy nuestro gobierno parece darse por satisfecho si se mantiene en el doble, porque ha llegado a situarse en el triple de dicha cifra. La cuestión es que lo que da más confianza son las perspectivas de crecimiento y un gobierno fuerte y coherente lo que no existe en la UE. Los daños colaterales de estas políticas desempleo, pobreza, desigualdad, erosión de la cohesión social- son de una gran magnitud, en particular en los países del Sur y el Este de Europa. La situación es tan grave que ha llevado a la Confederación Europea de Sindicatos (CES) a declarar que el Pacto social sobre el que se edificaron, después de la 2ª Guerra mundial, los Estados de bienestar y la propia UE está en serio peligro.
¿Cómo es posible tanta obcecación en el mantenimiento de unas políticas tan injustas como fracasadas? Porque no lo decimos sólo los sindicalistas europeos o el Nóbel deeconomía, Paul Krugman, acuñador de la expresión economía del dolor para describirla doctrina de quienes aparecen unidos sobre todo por su feroz antikeynesianismo.
También critican esta obcecación desde columnistas de la prensa liberal anglosajona hasta personalidades como Jacques Delors, Helmut Schmidt o Helmut Kohl. Es posibleporque algunos sí tienen un plan para ganar competitividad en la economía globalizada: una fuerte reducción de los costes laborales y sociales para lo que es necesario debilitar la negociación colectiva y los sindicatos.Es un plan que afectaría en mayor medida a los países del Sur y el este de Europa. No me cabe duda que está en la cabeza del presidente del BCE, Mario Draghi, cuandodeclara que el modelo social europeo está muerto. Cabría preguntarse cómo es posible que el que fuera vicepresidente de Goldman Sachs para Europa, en la época enque este banco inundaba el sistema financiero europeo con los peores productos tóxicos que provocaron esta crisis, al tiempo que ayudaba al Gobierno de Grecia a falsificar sus cuentas públicas con artimañas de ingeniería financiera, sea quien ahora quiera marcar la línea del futuro de Europa. Pero sería lo mismo que preguntarse cómo es posible que una persona con esos antecedentes fuera nombrada guardián de la3ortodoxia monetaria de la Zona euro. Todo un ejemplo del estado político y moral de laUE.
Sin el modelo social, cuyos principios y valores están en los Tratados, y con una democracia degradada como la que establece el Pacto Fiscal en materia de decisiones presupuestarias-, la UE caminaría hacia su destrucción. Esto deberían tenerlo muy presente los políticos europeos. El sindicalismo europeo, la CES, con un gran sentido de la responsabilidad está respondiendo tanto con movilizaciones como con propuestas para el diálogo social, europeo y nacional, y alternativas para salir de la crisis: eurobonos, impuesto a las transacciones financieras, regulación de los mercados, plan de inversiones para la reactivación y la economía sostenible, etc.La CES quiere un gobierno económico, con más contenidos como la fiscalidad y las políticas de crecimiento e industriales entre otras, y mucho más democrático (bajo el control del Parlamento Europeo y abierto a la participación de los interlocutores sociales). Y acaba de formular, ante la degradación del pacto histórico y fundacional,una propuesta de largo alcance: un nuevo Contrato Social Europeo con la que también deberían implicarse las fuerzas políticas y sociales que consideran que sin un modelo social avanzado y sin un funcionamiento mucho más democrático la UE no tienefuturo.