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José María Martínez. Secretario General COMFIA CCOO

El sueño de un mono loco (A tribute to SIMIOCRACIA)

En estos tiempos de tanto ponerse de perfil, tras el análisis de la nueva reforma financiera –y van cuatro – CCOO hemos planteado una cuestión realmente polémica: la recapitalización del sistema financiero debe formar parte de las políticas de crecimiento. 


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Es decir, no basta con aumentar la transparencia y no es suficiente garantizar la solvencia estática de nuestro sector financiero obligándolo a realizar provisiones "a pulmón" o inyectando capital de manera insuficiente. Bankia, de todas maneras, marca ya claramente un punto de inflexión frente a los anuncios iniciales del Gobierno y no será la última entidad en ser recapitalizada.

Hace dos semanas CCOO presentábamos un documento de análisis y propuestas sobre la nueva reforma financiera, se estimaba que las necesidades de recapitalización eran de 60.000 millones de €. Bankia representa un tercio de dichas estimaciones.

La recapitalización hoy por hoy sólo es posible si se anticipa desde el sector público, condicionada a: que se reponga por las entidades en un tiempo cierto para que en última instancia no vaya a cargo del ciudadano; se reestructuren las entidades con problemas, pero evitando que sean sus trabajadores los únicos que paguen la“factura”;que ello no lo lleven a cabo los gestores responsables de su situación, los cuales deben responder por su gestión.

Pero, todo ello, se ha de explicar con transparencia al conjunto de la ciudadanía, más allá de la lógica alarma social que causa tamaña inyección de capital público, la justificada indignación que se levanta al tiempo que se recortan inversiones públicas y se pone en cuestión el propio Estado del Bienestar y de manifestaciones más o menos desabridas acerca de la depuración de responsabilidades.

Nosotros, que tenemos responsabilidad en lo que ha ocurrido, al menos en las cajas de ahorros - las que han ido bien y las que no - en la medida que hemos venido manteniendo representación en órganos de gobierno, que ni la negamos, ni la ocultamos, creemos que, no obstante, se debe de abrir el foco de la transparencia.

¿Con qué objeto? Más allá de las eventuales acciones jurisdiccionales que se comienzan a abrir paso, hay que determinar cuáles son las causas y cuáles las consecuencias de nuestra crisis financiera. Quiénes son los responsables y en qué medida. Qué ha funcionado y qué fallado en la gestión, en la administración y control de los consejos, en la supervisión de los organismos reguladores (BdE y CNMV), en la supervisión de los gobiernos autonómicos y, por último pero no menos importante, en las casas auditoras. Pero también qué consecuencias ha comportado que el Gobierno y el Legislativo no hayan realizado este tipo de reformas o acciones antes, en forma de costes finales, caída en la recesión, destrucción de empresas y de su empleo…

Y todo esto, ¿para qué? Desde luego no para que volvamos a caer en el juego cruzado de acusaciones, el reparto indiscriminado de culpas, la opacidad, cuando no el ocultamiento. Tenemos que ser capaces de alcanzar un diagnóstico del problema y de las soluciones lo más común posible, porque ese relato de lo que está pasando es el que debe orientar las reformas necesarias en materia de regulación financiera, supervisión y gobierno corporativo que haga que corrijamos errores y aprendamos de lo sucedido. Por ejemplo, ¿por qué no la creación de la Comisión Conjunta Congreso-Senado para abordar este asunto?

Es estratégico, no sólo como acto catártico general, sino para poder legitimar y explicar cuáles deben ser los nuevos pasos, que no son otros que los de cambiar las perspectivas económicas. Sólo así se podrá justificar este tipo de inyecciones de capital público a parte del sector financiero – lo que supone la recreación, temporal o no, de una Banca Pública o el sostenimiento de la diversidad de entidades frente al oligopolio - pues una de las palancas de ese giro en las perspectivas es la circulación del crédito.

Si no, el recrudecimiento de la crisis seguirá causando estragos en la valoración de los balances la Banca y continuará la desconfianza sobre los mismos a medida que las políticas de austeridad profundizan la recesión.

Tendría más sentido que todo esto se realizara con apoyos del Fondo de Estabilidad Europeo, que para estas situaciones se creó. Y aunque al Gobierno de España le incomode tener que ser el primero en solicitarlo, no sólo sería lo más conveniente para los ciudadanos españoles – pues no se soportaría en exclusiva con la emisión de más Deuda Pública Española -, sino que debería de exigir que, sin solución de continuidad, desfilaran gran parte del resto de países de la UE.

Una acción concertada global de la UE evitaría los riesgos que sobre un país, su sistema financiero y su economía se cernirían en forma de desconfianza, mayores primas de riesgo y mayor recesión. Y dicha acción europea evitaría que, tras los ataques de los mercados sobre esa economía nacional, siguieran emboscados, pero activos, los ataques sobre el Euro.

Porque, entre otras muchas cosas, y desde que se desencadenó la crisis financiera internacional, está ocurriendo que hay una disputa entre las áreas monetarias. Fundamentalmente entre las ligadas a los países de la OCDE sobre-endeudados (dólar, euro y libra) en relación a las áreas emergentes que acaparan el ahorro global - un ejemplo de ello se produjo el verano pasado cuando a la banca francesa se le cortó su financiación en dólares-.

Y también otra disputa sobre qué instituciones financieros provén de financiación a la economía global ¿la intermediación de la Banca Comercial o la desintermediación financiera a través de los mercados que realiza fundamentalmente la Banca de Inversión?

El área dólar cuenta con los bancos de inversión y con las agencias calificadoras, dos tipos de instituciones que están en el origen mismo de la crisis financiera. Europa cuenta con sus bancos, con importante actividad de banca de inversión en los casos británicos, franceses y el Deutsche Bank, pero con una banca comercial que aún no ha digerido ni las burbujas inmobiliarias locales ni los activos tóxicos subprime. Pero Europa no cuenta con agencias de rating. Esas calificadoras que un día sí y otro también califican a sus bancos y a sus deudas soberanas, y por elevación al Euro, apostando, queremos decir, invirtiendo a medio plazo por su ruptura.

El Gobierno Español, con el beneplácito de la Comisión Europea, ha dado un decidido paso al frente cuando estábamos ya al borde del abismo. En aras de que se nos"transparente el Hada de la Confianza"ha encargado a auditores externos el análisis de nuestra banca. En un intento de buscar un único chivo expiatorio para el fracaso de las sucesivas reformas parciales de nuestro sistema financiero ha cargado toda la responsabilidad sobre una Institución, el Banco de España.

Ha sacrificado al “Gallo”, pero mucho nos tememos que ha elegido “raposa y garduña para cuidar a las gallinas”. Se habló de Goldman Sachs (el banco que ayudó a Karamanlis a engañar a la UE), o de BlackRocks Assets que realizó la auditoria de Irlanda y declinó participar en valoraciones de recientes salidas a bolsa en España no fuera a ser que hubiera en un futuro conflicto de intereses,... Se han terminado eligiendo otras de similares características.

No somos sospechosos de connivencia con el Gobernador. Hemos venido indicando sus errores, casi en solitario, desde mucho antes de que se haya levantado su veda. Y, ahora sí, al filo del agotamiento de su mandato se alza un coro de indignaciones, a lo capitán Renoir de Casablanca.

El Gobernador tiene una responsabilidad importante en lo sucedido, pero sin olvidar que la mayor y previa es la de los gestores; y sin infravalorar la del resto de participantes.

Pero el Banco de España tiene los medios y los profesionales para llevar a cabo esta tarea. Sólo hace falta que se les haga caso. Probablemente con la próxima renovación de su gobierno, con apoyos del EBA y el BCE, más que con la participación de auditores ¿independientes? baste para colocarlo en el centro de la solución. El Mediterráneo hace rato que se descubrió y basta ya de jugar a aprendiz de brujo desde lo alto de un guindo.

Y por último, ahora que se han planteado avances significativos en política fiscal común de la Zona Euro, no será ya el momento hacer uso de los mecanismos financieros comunes para estimular el crecimiento, sanear el sistema financiero europeo para que el Crédito sea una de las palancas de dicho crecimiento, crear calificadoras europeas, contar con una institución que actúe como Reserva Federal, un Gobierno Europeo elegido democráticamente, no sé… cosas fáciles...

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