Archivado en Comunicados, Divulgacion
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Miguel A. Pesquera - Carta Sec. Gral. Comfia-CCOO
Ha fallecido Miguel Ángel Pesquera.
Suele decirse que faltan las palabras, o mas bien que las que encontramos no expresan los términos justos para honrar a un amigo, para reconocer la memoria de este "little Big Man". Miguel era uno de los nuestros. Y eso también significa que lo era de mucha
gente. Personas a las que dedicó lo mejor de si mismo, a su manera, con su
aparente hosco carácter, con la socarronería de quien sabe que los éxitos nunca
son definitivos y la fortaleza que da perder muchas veces para terminar ganando
algunas. Ganó muchas demandas, perdió también algunas, la mayoría de estas
últimas eran de las que le decíamos "Miguel, este conflicto lo tenemos que
meter, es una cuestión sindical". Porque siempre veíamos razones
sindicales donde la doctrina no alcanzaba, y él siempre decía lo mismo "yo
a las que toquemos pero no lo veo y de la Audiencia no conviene abusar
que son muy suyos (ya la presidiera Iglesias Cavero o Ricardo
Bodas)".
Pero, ¿y cuando se gana, lo ganas tú y se beneficia de ello la mayoría? Miguel ha protagonizado alguna de esas victorias. Victorias contra leyes injustas e ilegales. Miguel obtuvo la primera sentencia contra la exclusión de derechos laborales que una Reforma Laboral infligió a las personas con contratos de aprendizaje. Hizo rectificar a los gobiernos en materia de cuotas participativas de las cajas de ahorros.
Es un abogado excepcional, formado en el día a día del quehacer de un sindicalista, con el esfuerzo y el espíritu de superación del que viene de abajo y estudia y trabaja, y trabaja y estudia, y dedica quizá demasiado tiempo además a eso que llamamos militancia, política, sindical... Y lo resta de otras dedicaciones vitales. Miguel es también mucho esfuerzo para sortear dificultades. Cornadas que da la vida y, últimamente, muy graves y con diversas trayectorias, la salud. Miguel es un fuerte frágil. Superó lo insuperable, pero como suele ocurrir, sin avisar, se nos ha roto. Y nos tiene hecho añicos el corazón.
Jose María Martínez