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El futuro de Liberbank
CAJA3. LIBERBANK
La fusión Ibercaja-Liberbank se rompió, y la duda que nos queda es hasta qué punto ha sido por culpa de las pruebas de resistencia últimas, . . .
. . . o porque siendo Liberbank el grupo en peor situación de los dos, la resistencia de Menéndez a perder cuota de poder, a no ser ya el consejero-delegado del nuevo banco, a tener que aceptar que quien está mejor situado debe ser quien dirija la función, haya sido la verdadera razón. Lo que nos llevaría a la conclusión de que las ambiciones personales han dado al traste con una fusión que se percibía por todas las plantillas implicadas como la mejor solución a la delicada situación de Liberbank y Caja3.
En todo este proceso de liquidación que dura ya más de dos años, apenas media docena de Cajas se podía haber salvado de la quema con una gestión que ha demostrado que no es el modelo de Cajas el que ha fracasado, sino su mala aplicación en la mayoría del sector. Aparte de las presiones que hayan podido recibir, que las ha habido y gordas, las prisas por situarse como cabeza de grupo y controlar un banco por parte de sus gestores ha tenido mucho que ver en la situación actual.
Y en el caso concreto de Liberbank, la ambición desmedida por ser el mandamás de un banco ha provocado que su futuro sea incierto, incluida, por cierto su propia Caja, que era una de las pocas que habían funcionado bien solas. Cuando Menéndez aceptó quedarse con la CAM para que su banco fuera más grande, aun a riesgo de llevar a todo el grupo al abismo; cuando está trasladando a los órganos de dirección del banco el modelo más politizado y rechazable seguido en las Cajas de Ahorros y uno de los motivos de su ruina actual; y cuando está reduciendo el papel de sus compañeras de viaje a cero, debemos concluir en que todo este proceso sólo tiene un objetivo: que Menéndez tenga un banco sin haber puesto un euro encima de la mesa y cargándose por completo el modelo del que él se ha estado beneficiando durante un montón de años, además de a las Cajas que le han servido de relleno a su proyecto de crecimiento. Al suyo propio.
Por poner un ejemplo cercano, cuando se produce la integración de Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura, la teórica peor situación de Caja Cantabria se traduce en que el porcentaje en el nuevo grupo es el más pequeño con diferencia, a pesar de que el tamaño de Cajastur era vez y media y el de la extremeña menos de la mitad de la Caja cántabra. Con ese reparto se suponía que Caja Cantabria ya era penalizada por su peor situación y, a partir de ahí, el trato sería semejante al resto de las Cajas.
Pues no hay más que ver las cantidades destinadas a la Obra Social para comprobar que el trato es muy diferente: Cajastur (recordemos, vez y media en tamaño con relación a Caja Cantabria) dispone para 2012 de 29 millones de euros; Caja Extremadura (menos de la mitad en tamaño que Caja Cantabria) de 7 millones, y Caja Cantabria tan solo de 4 millones, habiendo obligado recientemente además a la Obra Social cántabra a despedir vía ERE a la mitad de su plantilla.
Todo lo que se ha hecho en estos dos años de integración en el banco ha sido reducir gastos a lo bestia e intentar aumentar el capital por las vías que fuera necesario, con el evidente objetivo de reforzar la posición de los gestores. De negocio financiero, cero. Ni ha habido tal integración de las Cajas ni se han desarrollado estrategias para hacer banca minorista, que es lo que se debe hacer. Se trata simplemente de conseguir el dominio de un banco aprovechando que hace años un partido político tuvo la ocurrencia de nombrar a estos gestores, probablemente sin saber la que se nos venía encima. De eso se trata, no de otra cosa.
Porque, en definitiva, ¿qué ha demostrado Menéndez hasta ahora? Que ha sido un buen gestor de empresas participadas y que en el negocio bancario ni ha estado nunca ni se le espera. O que tiene la firme intención de no resarcir a los compradores de preferentes, que las adquirieron convencidos de que se trataba de algo muy similar a un plazo fijo seguro, aprovechando que Bruselas no está por la labor de poner un euro para arreglar las chapuzas que hicieron las Cajas (y los bancos) y obviando que engañaron a clientes que se metieron en esto de buena fe, fiándose del capital de confianza que los clientes tenían en las Cajas.
Si alguien se molesta en pulsar la opinión de las plantillas de las Cajas que formaron Liberbank descubrirá que hay un deseo generalizado, una verdadera ansia de que les absorba Ibercaja, de que Menéndez y su equipo pasen a no pintar nada (si es en la calle mejor) y de que quien dirija el proyecto sea Amado Franco (presidente de Ibercaja), para que el banco sea lo más parecido a una continuación de las Cajas que lo integran y dependa de alguien que sí ha demostrado que sabe hacer las cosas.
¿Esta ruptura será definitiva? ¿No habrá nadie en los estanmentos correspondientes que haga entrar en razón a Menéndez, por las buenas o por las malas? ¿Acabará Liberbank nacionalizado por el empecinamiento de un mesiánico ambicioso? ¿Se irá al traste otro grupo de Cajas más, sólo porque para algunos lo importante es su sillón?
Alfonso Díez Prieto. Secretario Gral Comfia-CCOO Cantabria