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En medio de la angustia aparecen actitudes repugnantes.
Ahora que las noticias en torno a Bankia son preocupantes, desde el punto de vista laboral, con un panorama inmediato incierto y una próxima reducción considerable de plantilla; están surgiendo desde una parte de la estructura jerárquica actitudes verdaderamente repugnantes, indecentes y obscenas, basadas en la amenaza abierta y descarnada a la plantilla.
En los últimos días, en efecto, se están repitiendo con cierta frecuencia mensajes directos en el sentido de que aquí hay que trabajar de 8 de la mañana a 8 de la tarde y el que no lo haga se sitúa directamente en la lista de salida (léase despido). A este esquema básico se añaden diferentes aportaciones individuales chulescas, para echarle más leña al fuego.
En circunstancias excepcionales, como las que nos toca ahora atravesar en Bankia, siempre se manifiesta lo mejor y lo peor de la condición humana. Y lo que comentamos es buen ejemplo de ello: no ha hecho falta que pasaran ni dos días para que algunos hayan sacado lo peor que (ellos sí) llevan dentro. Este tipo de actitudes ya las hemos visto muchas veces, demasiadas, a lo largo de la Historia: individuos que valen bien poco uno a uno, crecidos al amparo de la autoridad y la impunidad, actuando con crueldad y brutalidad, y excusándose a veces en una obediencia debida.
La deriva que algunos parecen haber iniciado en Bankia es intolerable y se aparta por completo, además, del Código Ético que la empresa se acaba de dar a sí misma; una norma orientadora de actuación que tiene, entre otros, los siguientes principios básicos: el respeto a las personas, el cumplimiento de la legalidad, la integridad y conciliación de la vida profesional y personal. Nada que ver, vamos.
Amenazar y aterrorizar a las personas no solo es repugnante, con una plantilla impecable en su actitud y dedicación, que ha dado sobradas muestras de compromiso; sino que es lo último que necesita esta empresa para salir adelante.
Así es, sin embargo, como algunos entienden las relaciones de trabajo, la modernización que preconizan, el mundo al que nos quieren dirigir. Y así es como en realidad entienden la meritocracia, un concepto orientado sobre todo a echarle horas, a un presentismo que tiene mucho de ejercicio de poder, de mantener a las personas con el miedo en el cuerpo; cosa que, en la práctica, tiene una dudosa rentabilidad, eficiencia y que puede ser incluso contraproducente.
Quienes así actúan son una vergüenza para todos. Por eso, tú no pierdas el ánimo, levanta la cabeza, camina con orgullo y mírales a los ojos, porque eres un buen profesional y has hecho las cosas bien.
30 de Noviembre de 2012
*A fin de adoptar las medidas que sean necesarias, solicitamos que nos comuniques este tipo de comportamientos, bien a través de tu delegado sindical de CC.OO. más próximo, por teléfono o por correo electrónico.