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INDITEX: una experiencia de intervención sindical

Informalidad y cadenas de valor. Hacia la integración productiva con trabajo decente

Isidor Boix. Director del Departamento de RSE/RSC de FITEQA-CCOO.- La Globalización ha conllevado profundas modificaciones en la estructura de la producción y el comercio mundiales y ha supuesto la incorporación de millones de personas, en primer lugar de trabajadores, a esas redes de producción y distribución. Una incorporación masiva que ha significado una distribución muy desigual de los beneficios y sacrificios que de ello derivan.


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Un par de datos me parecen de interés como punto de partida para las consideraciones que expondré a continuación. En las redes de producción y distribución de las multinacionales se integra más del 50% de la clase trabajadora mundial. En la industria de la confección, en 160 países se fabrican las prendas de vestir que se comercializan en el mercado de los 30 países más desarrollados. Estas últimas cifras resultan de varios fenómenos estrechamente interrelacionados.

En primer lugar la deslocalización industrial, en busca de menores costes , como parte, sólo parte, de la internacionalización industrial, con el desarrollo de potentes y más rápidos medios de transporte, y la modificación de los hábitos, la cultura, del consumo. Cuestiones que señalo como puntos de partida a los que me referiré en mayor o menor grado a lo largo de estas notas.


1.- Apuntes sobre la subcontratación o tercerización, la globalización productiva y la Responsabilidad Social empresarial.

La subcontratación o tercerización (como se la denomina particularmente en Latinoamérica) constituye un fenómeno ampliamente extendido en la globalización. Podría también denominarse, de forma más general, como “externalización” de actividades que antes eran propias o de nuevas actividades exigidas por el propio proceso productivo. Ha tenido muy graves consecuencias para millones de trabajadores, dando lugar a lo que puede parecer una respuesta obvia desde el sindicalismo: “lucha contra la subcontratación”, “contra la tercerización”, es decir contra el fenómeno señalado.

Para simplificar adelanto mi opinión al respecto: considero un error este planteamiento, aunque estaría absolutamente de acuerdo si se afirmara la necesidad de luchar “contra los efectos de la subcontratación, de la tercerización”, en la medida que ésta, que puede estar justificada, aunque no sea siempre ni necesariamente así, por razones productivas, técnicas e incluso de organización del trabajo, genera en muchas ocasiones situaciones de mayor desprotección de los trabajadores, un claro empeoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo, mayores dificultades para le defensa colectiva, sindical, de los derechos e intereses individuales y colectivos.

Entiendo al mismo tiempo que es un acierto de esta propuesta de trabajo poner el acento en la “informalidad”, economía sumergida o negra decimos en España, que se encuentra a menudo en los últimos, y algunas veces ya en los primeros, eslabones de las cadenas de valor. Porque la reestructuración de la estructura productiva puede conllevar diversificación empresarial desde la perspectiva de la eficacia productiva, pero no tiene que significar necesariamente la expulsión de las estructuras reglamentadas, formales de una parte de la actividad productiva. Es más, el ámbito de la informalidad supone un riesgo productivo evidente al situarse en el descontrol, aunque pudiera suponer un abaratamiento de costes. E incluso esto está por ver, si apuntamos al coste final del producto, ya que llevar una parte de la producción a la economía sumergida beneficia más bien a eslabones intermedios de la propia cadena de valor. Es más, muchas veces supone una disminución en la calidad del producto y siempre conlleva el riesgo.

Por todo ello, reitero mi opinión sobre el acierto del planteamiento inicial, ya que la “integración productiva” puede tener formas diversas y estructuras productivas, suficientemente y con claridad interrelacionadas, integradas. Y en todas sus formas es necesario situar el “trabajo decente” como claro y expreso objetivo.

 

No es tampoco intención de estas notas profundizar en todas estas cuestiones, aunque las considero de gran importancia y necesaria referencia para entender los planteamientos y criterios que luego se señalan. Ya me he referido a ellas en otras ocasiones, aunque habrá que volver con frecuencia sobre las mismas. Sólo un apunte más: entiendo que la globalización productiva, el crecimiento de las cadenas de producción, de valor, constituye un fenómeno inevitable del desarrollo productivo, que irá incluso profundizándose, salvo que alguna catástrofe mundial o planetaria nos retrotraiga a una nueva prehistoria. Creo por el contrario que sí es posible, en realidad necesario, luchar contra formas y consecuencias de este fenómeno consustancial a la globalización, particularmente la “informalidad”. Y la forma de plantearlo sería la afirmación, también repetida, de “globalizar los derechos”, la defensa del trabajo decente, del trabajo digno, en el mundo, en las cadenas de valor en toda su extensión.


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Artículo para el Proyecto FORLAC – Programa de la OIT para la “formalización de la informalidad”-)

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