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La red de oficinas de Alava no cobra incentivos.
Los santos inocentes
Desde esta sección
sindical venimos insistiendo en la necesidad de negociar los planes de
incentivos que pone en práctica Kutxabank. Buscamos que los mismos sean claros
y justos, que todos y todas sepamos de antemano con qué barajas jugamos. Los
criterios actuales destacan por su opacidad y discrecionalidad por parte de la
empresa. Fruto de ello, esta situación que comentamos.
Como
si del cortijo de esa España profunda que tan bien escenificó Mario Camús se
tratara, como si fuésemos esa pobre familia de parias al servicio del señorito,
a cuyo capricho habían de poner en riesgo incluso su salud. Solo en ese entorno
se puede situar la cacicada que alguien, aquí en Kutxabank, ha decidido aplicar
a una buena parte de sus empleados y empleadas: la plantilla procedente de
Vital, exclusivamente la que desarrolla sus servicios en Álava, ha visto cómo
se les ha apartado a la hora de distribuir los incentivos. No sabemos quién,
pero alguien ha sido. Tampoco sabemos el porqué, pues no ha sido por el nivel
de cumplimiento, pero lo han hecho. Está claro pues que caciques, sin duda
alguna, los hay.
¿Solo en Vital y únicamente en Álava? Es como si
hubiese sido la última ocurrencia que, a modo de despedida, nos vaya a dejar el
hasta ahora responsable de la red alavesa. Quizá no haya sido por acción, hasta
puede que no se le haya ocurrido a él, pero igual sí por omisión. De un
responsable de equipo no solo cabría esperar que lo haga funcionar, también
habría que exigirle que defendiera los derechos de sus pupilos cuando haya que
hacerlo. Y esta persona jamás se ha destacado por esto último y nos extrañaría
que lo hubiese hecho ahora. Más bien al contrario, en demasiadas ocasiones les ha
exigido más allá de lo que sus facultades le permitían, a la par que les negaba
las compensaciones que justamente les correspondían. Pudiera ser que estemos
ante una nueva actuación de una persona muy de estadísticas y ratios, que
descubrió con placer cómo el resultado aumentaba más si se reducía el divisor y
lo aplicó con entusiasmo en su red de influencia, constriñéndola en extremo. Y
lo peor de todo es que creó escuela.
¿O acaso ha sido la dirección de negocio la que ha
determinado tan caprichosa e injusta actuación? Nos cuesta creerlo y no le
vemos el beneficio. Aunque, al igual que en el caso anterior, también tiene dolo.
¿Es posible que se le haya escapado, así sin más, que la diminuta Álava se
haya quedado excluida de reconocimiento? Culpable pues, aunque lo sea por
omisión. ¿Que no lo sabían? La ocasión la pintan calva: ahora que ya tienen
conocimiento de ello, pueden enmendarlo fácilmente impulsando los pagos
correspondientes.
¿O es que ha partido de Recursos Humanos la mano
negra artífice de tamaña arbitrariedad? En este caso será difícil alegar
desconocimiento, pues los abonos han ido vía nómina. ¿Es que no ha cantado,
ni tan siquiera un poquito, esta falta de equidad? Así pues, reo también, al
menos por dejación. Y cabe decirles lo mismo que a la dirección de negocio: si
quieren, pueden. Una oportuna corrección del error cometido, en la próxima
nómina, sería una buena demostración de su propósito de enmienda, si es que lo hay.
A quienes hayan tenido el más mínimo grado de responsabilidad
en esto tenemos que recordarles que el plan de incentivos no es algo recogido
en convenio, ni parece mostrar requisitos previos de excepciones por causas
salariales. Es más, no parece haber sido ideado como un factor de compensación
de desigualdades cuando, entre los empleados y empleadas que los han recibido,
quienes más cobran han tenido un bocado más suculento que quienes cobran menos.
Y aunque sigamos considerando este plan, por su
opacidad y falta de negociación, como injusto y creador de diferencias, no por
ello vamos a dejar de reclamar lo que legítimamente les corresponde a estos
compañeros y compañeras de Vital en Álava. Esta
forma de actuación solo tiene un nombre: caciquismo. Y el acto en sí no tiene
otro calificativo que el de robo, muy posiblemente acompañado con los
agravantes de premeditación y alevosía. La nocturnidad
8 de abril de 2014.