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Vacaciones: todos los años con los mismos problemas
Como cada año
La historia se repite
Año tras año, y la verdad es que ya cansa, se repiten
los problemas de coincidencia de fechas cuando llegan los periodos estivales.
Algo inaceptable en una organización que nos obliga a marcar todas nuestras
vacaciones anuales en el mes de febrero y que, además, te insta a hacerlo en
apenas 5 días.
Se podría pensar
que es para que la empresa, conociendo las fechas aprobadas, las tenga en
cuenta en la organización anual de plantillas. Pues no, te obligan a
planificarlas con muchísima antelación para luego saltárselas a la torera, como
si les importara un pimiento.
Uno tras otro, cada
año se repite el chorreo de cambios de destino antes de verano (fundamentalmente
en oficinas, pero también en los servicios centrales) y se acaba generando un
problema de coincidencia en los periodos vacacionales. Y todo porque quienes los
decretan no tienen en consideración las vacaciones ya planificadas y aprobadas.
Y entonces la pregunta es obligada: si no se tienen en cuenta
¿para qué demonios
hay que hacerlo en febrero?
Y claro, luego toca
aguantar las llamaditas del jefe de turno presionando para cambiar las fechas
que nos han obligado a marcar y, para más narices, asegurando que no es mi
problema si coincidís, arregladlo entre vosotros. ¡Menudo morro el de algunos!
Puede que no lo consideren un problema de quien ha ordenado los cambios pero,
desde luego, de quien no lo es en absoluto es de la plantilla afectada.
Una vez más nos
vemos en la necesidad de recordarte que, aprobadas las fechas, el cambio solo
puede hacerse de común acuerdo por las dos partes. Nadie te puede obligar a
cambiar tus planes: ni el director o directora, ni el jefe o jefa de zona, ni
RRHH.
La responsabilidad
de ofrecer soluciones recae en quien ha creado un problema de concurrencia en
una misma oficina o departamento. Soluciones que no pueden pasar nunca por la
coacción ni por la imposición de nuevas fechas. ¡Que hubiera mirado el cuadro
de vacaciones antes, que para eso está todo planificado desde el mes de febrero!
Entendemos que en
muchas ocasiones se acabe llegando a un acuerdo amistoso para arreglar el
problema, pero por favor, ya está bien de tener que poner siempre la otra
mejilla. ¿Qué pasaría si todo el mundo se negara a modificarlas? Pues que para
la próxima tendrían que mirar antes el cuadro elaborado y pactado. ¿Realmente
sería algo tan dramático?
Esperamos que, de
ahora en adelante, quienes planifican los cambios se tomen unos minutos y
tengan en cuenta las previsiones realizadas con tan amplio margen de tiempo. Y
si no lo hacen, que luego no digan que no lo sabían y tengan la caradura de pretender
imponer que se cambien.