Archivado en Comunicados, Condiciones de trabajo
Campaña mundial por la dignificación de las camareras Con Eulalia Corralero, camarera de piso en Cataluña
¡Estoy tan indignada!
Rel UITA.- Trabaja como camarera de piso desde hace más de veinte años -casi tantos como es delegada sindical por Comisiones Obreras- en un pequeño hotel familiar en Lloret de Mar. Actualmente es fija porque el hotel está abierto todo el año. En esta entrevista habla sobre sus condiciones de trabajo y sobre las dificultades para ser sindicalista en un sector en que la mano de obra es sobreexplotada.
El
día que nos conocimos, durante la primera sesión de un grupo de
discusión sobre las condiciones laborales de las camareras de piso, al
empezar el resto de participantes decían: ?Que hable Eulalia, que hable Eulalia?.
Y
en cuanto tomó la palabra el silencio fue total. Comenzó contándonos
cómo se habían deteriorado sus condiciones de trabajo y las del resto de
las trabajadoras empleadas en el sector hotelero en Lloret de Mar
durante los últimos años.
Su tono fue subiendo hasta exclamar: ?¡Estoy tan indignada, pero tan indignada!? Y razones no le faltan con todo lo que nos cuenta en esta entrevista.
-¿Cómo es tu jornada laboral?
-Empiezo a las 7 de la mañana, pero voy un poco antes porque tenemos que bajar lo que necesitamos para trabajar.
A
veces solo entre dos mujeres nos limpiamos una recepción, la taberna,
parte de un salón de televisión, las oficinas. A las 8.30 desayunamos y
luego tenemos por delante 21 habitaciones y los pasillos.
Pero en los pasillos te encuentras sus saloncitos con sus mesas, sus sofás, sus moquetas, sus cuadros.
-Esto supone una carga enorme de trabajo. ¿Hay cambios en perspectiva?
-Al
contrario, las chicas que sobran en el comedor -porque el turista
muchas veces se cocina él mismo, y hasta hornillos nos encontramos en
las habitaciones- las echan a la calle. Y a nosotras nos ponen más
habitaciones.
Si se jubila una, se reparte ese piso. Y en vez de
tomar a una camarera a jornada completa, contratan a una de 4 o 6
horas, con lo cual tú te vas a comer lo tuyo y parte de lo de la otra,
porque la que va a venir va a hacer la mitad de lo que hacía ésa.
-Además de la creciente carga de trabajo, ¿hay algún otro problema que dificulte vuestro día a día?
-Las habitaciones están muy mal repartidas, y no hay carros, por lo que la ropa hasta hace muy poco la llevábamos a cuestas. Yo me llevo carros de los supermercados, y eso nos permite no cargar la ropa a las espaldas.
No
tenemos montacargas, debemos utilizar el ascensor de los clientes para
ir a la lavandería y luego vuélvete otra vez con la ropa que necesitas. Hay días que tienes que hacer hasta 5 y 6 viajes a la lavandería, porque no hay material para trabajar, y al mismo tiempo tienes que hacer las habitaciones.
-Pero esto es muy precario.
-A
veces tienes que dejar a los clientes sin toallas, apuntarte la toalla
que te falta, y volverla a poner, porque trabajamos en unas condiciones
tan malas, tan pésimas.
El cliente no sabe si tú tienes muchas habitaciones o tienes pocas. Si entra y está sucio se va a quejar. Y claro, a ti, al menos a mí, que llevo 20 años haciendo habitaciones, te da vergüenza.
Esto
está saliendo adelante gracias a la sobreexplotación a la que nos
tienen sometidas, porque no invierten en nada, en nada de nada. Si esto
está funcionando es gracias a nosotras, gracias a las mujeres de
habitaciones.
Padecemos muchísimo estrés, mucha ansiedad, y nos alimentamos mal y rápido.
Y como nos medicamos constantemente tenemos muchos problemas de estómago,
porque abusamos también del espidifen, de los antiinflamatorios (para
la espalda no hay otra cosa), y esto te crea también problemas en todo
el sistema intestinal. Es un problema detrás de otro.
-Tú llevas muchos años como sindicalista tratando de ayudar a tus compañeras. ¿Cómo es ahora hacer sindicalismo en este sector?
-Conocí gente sin contrato. Intenté luchar por ellos, fui a la dirección y les dije: ?esto no lo podéis hacer así?.
Sí,
sí, me dijeron, es un trato que tenemos con esa persona. Luego la
persona dice que lo que yo afirmé era mentira. ¿Qué haces tú, aparte de
sentir lástima por esa compañera? No podemos olvidar que son gente que
necesita esto para comer.
A mí el año que viene mis compañeros ya no me van a votar, porque entre otras cosas ni me saludan. Están muertas de miedo.
-Hace poco, con otras compañeras de Lloret, creasteis un grupo en Facebook, Las Kellys,
dedicado a compartir información sobre las condiciones de trabajo de
las camareras de piso. A él se están sumando trabajadoras de distintos
lugares de España. ¿Qué esperas de esta iniciativa y cómo la valoras?
-El grupo lo valoro muy positivamente. Poco a poco se llega muy lejos.
Ya
se habla de que se puede hacer algo para cambiar la explotación a la
que estamos sometidas. Hasta hace poco eran solo quejas sin esperanza.
Fotos: Ernest Cañada
-Con mucha ilusión. Nos ha venido muy bien y nos ha dado impulso. Hemos realizado jornadas sindicales en Málaga y Madrid y hemos publicado también un manifiesto que ha tenido impacto en los medios de comunicación.
De cara al inicio de temporada lo reforzaremos con carteles y trípticos que lleguen a los hoteles que se vayan abriendo.
Entendemos que ha sido un éxito histórico que las camareras de piso que representan el 25 por ciento de las plantillas hoteleras se hayan convertido en un ejemplo de lucha a nivel mundial.
Desde CCOO queremos reforzar la campaña dándoles el protagonismo merecido y sensibilizando tanto al resto de trabajadores como a los propios turistas y la sociedad en general.
Por primera vez hay un reconocimiento social a las camareras de piso, una profesión hasta hoy poco valorada. Esto está cambiando.
Agradecemos a la UITA la iniciativa y por supuesto la apoyaremos con mucha ilusión, trabajo y cariño.
A
veces solo entre dos mujeres nos limpiamos una recepción, la taberna,
parte de un salón de televisión, las oficinas. A las 8.30 desayunamos y
luego tenemos por delante 21 habitaciones y los pasillos.
Pero en los pasillos te encuentras sus saloncitos con sus mesas, sus sofás, sus moquetas, sus cuadros.
Las
chicas que sobran en el comedor -porque el turista muchas veces se
cocina él mismo, y hasta hornillos nos encontramos en las habitaciones-
las echan a la calle. Y a nosotras nos ponen más habitaciones.
Si
se jubila una, se reparte ese piso. Y en vez de tomar a una camarera a
jornada completa, contratan a una de 4 o 6 horas, con lo cual tú te vas a
comer lo tuyo y parte de lo de la otra, porque la que va a venir va a
hacer la mitad de lo que hacía ésa.
La difícil tarea sindical
Conocí gente sin contrato. Intenté luchar por ellos, fui a la dirección y les dije: ?esto no lo podéis hacer así?.
Sí,
sí, me dijeron, es un trato que tenemos con esa persona. Luego la
persona dice que lo que yo afirmé era mentira. ¿Qué haces tú, aparte de
sentir lástima por esa compañera? No podemos olvidar que son gente que
necesita esto para comer.
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