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Este país es de los trabajadores
El título es un tributo a Jose Mari Calleja; es uno de los mensajes que envió mientras estaba hospitalizado al referirse a las personas que lo cuidaban. José María Martínez - El Español
Hay que ser escépticos acerca de la inexorable dirección del cambio que se va a producir. Los cambios, si quieren impulsarse, tendrán que hacerse desde el aprendizaje de lo que estamos padeciendo y, para ello, ha de haber diagnósticos compartidos. Pero, sobre todo, tiene que haber voluntad de afrontarlos y gobernarlos.
Esta crisis pone al descubierto nuestras fallas y además evidencia los problemas que nos ha ocasionado la creciente desigualdad.
En primer lugar, hemos de poner en valor algo que se ocultaba tras cifras de crecimientos tanto macro como microeconómicos, el valor del trabajo. Sin trabajo asalariado no hay nada.
En segundo lugar, el valor de lo público. Son los Estados, con sus potentes o exiguos sistemas de protección, los que han de acudir al rescate de su ciudadanía, y no los mercados.
Se hace evidente lo obvio, son básicos los derechos a la Instrucción y la Sanidad Públicas, como fuente de igualdad de oportunidades y condiciones dignas de vida.
Sanidad entendida como políticas de cuidados: Salud Pública, Dependencia y Salud Laboral. Las políticas de austeridad han hecho que no contáramos con los recursos sanitarios suficientes para el desafío de la pandemia; pero es que además lo que es de gestión o propiedad privada ha funcionado de manera más ineficiente, económica y sanitariamente. ¡Qué paradoja!
Hemos de poner en valor algo que se ocultaba tras cifras macro y microeconómicas, el valor del trabajo. Sin trabajo asalariado no hay nada
El caso más palmario es la tragedia que vivimos en nuestras residencias de mayores. Con ser el caso más trágico el de la Comunidad de Madrid, no es más que la muestra de un modelo de propiedad y gestión que ha fracasado en España... en Francia, en el Reino Unido... es sistémico.
La mercantilización se ha extendido a la vigilancia de la Salud Laboral. La externalización de los servicios de prevención está en la base del porqué en España no bajan las tasas de siniestralidad laboral; pero ahora han saltado todas las costuras, llegándose a presentar ERTE por fuerza mayor en plena crisis sanitaria, cuando más falta hacían.
En esta crisis, al menos se han puesto también de manifiesto dos elementos laborales que han venido para quedarse con mayor extensión y profundidad: el teletrabajo y el reparto a través de plataformas.
Se va a hacer más evidente la necesidad de realizar las inversiones necesarias para que el teletrabajo no sea una solución de emergencia, sino una alternativa a la actividad presencial. Por eso se hace imprescindible una mejor regulación, evitar la brecha digital (también en Educación), reconocer el derecho a la desconexión, discernir la propiedad de los medios de producción, salvaguardar la intimidad y la conciliación...
En la desescalada, restricciones de aforo, confinamientos asimétricos, etc., van a seguir implementando el reparto a domicilio, en todo tipo de actividades, sobre todo comerciales. Más allá de la anormal nueva normalidad, será una actividad creciente y es el momento de regularla laboralmente. Este modelo de trabajo no puede normalizar la explotación laboral actual. Se ha de dotar de un marco legal que garantice condiciones dignas de inicio y en las que a través de la libre sindicación y la negociación colectiva, se desarrolle con derechos laborales plenos; en esta actividad y en otras que también se prestan a través de plataformas, o que directamente están sumergidas.
El parón total o parcial que continuará en varios sectores, mientras la movilidad de las personas no pueda estar garantizada, va a exigir políticas de protección laboral y de empresas durante un tiempo más largo de lo inicialmente previsto, por ejemplo en el Turismo. Sin embargo esta, llamémosla, "parada biológica" hay que tornarla en una oportunidad para la mejora de los "factores de producción": inversión en la mejora de infraestructuras físicas y digitales, promoción del aumento del tamaño medio de las empresas; pero sobre todo inversión en formación de las personas, en competencias profesionales y en capacidades de gestión.
Es también una situación propicia para que sectores denostados y marcados por la crisis anterior, como la banca y las finanzas, se reivindiquen y cumplan con su responsabilidad social más importante en estos momentos: dotar de crédito a la economía.
Es una situación propicia para que sectores denostados, como la banca y las finanzas, se reivindiquen y cumplan con su responsabilidad social
Para todo ello necesitamos acuerdos. Acuerdos pequeños en muchos ámbitos, los que se derivan de la negociación colectiva, que ha de producirse en equidad de condiciones. Pero también "Acuerdos Grandes", en las mesas de Diálogo Social, en el ámbito de la política nacional, con todos los niveles territoriales, y también en el ámbito de la UE.
Solo así garantizaremos que el desafío macroeconómico al que nos enfrentamos para superar esta crisis no se limite a un enorme Plan de Estabilización que, sin Pacto Social, genere una ingente transferencia de rentas de "abajo hacia arriba". El Plan de Reconstrucción debe contener un nuevo contrato social que garantice, además, que la desigualdad no disuelva la Democracia.
*** José María Martínez es secretario general de la Federación de Servicios de CCOO.
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