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Entrevista a Enrique Dans, experto en TIC
Si se forzara una competencia real en el sector de las telecomunicaciones, seguramente se progresaría mucho más
El mayor problema del canon es que tengamos una clase política tan profundamente inculta como para comprar ese argumento.|
En esta entrevista, Enrique Dans, profesor de Sistemas y Tecnologías de
Información en el Instituto de Empresa y uno de los mayores expertos
españoles de la Red, nos acerca de una forma sencilla al complejo mundo
de la tecnología y nos da su opinión sobre temas tan cotidianos como la
descarga de música desde Internet o la situación de las conexiones de
ADSL en nuestro país.
¿Cree que algún día se podrá ir cerrando poco a poco la llamada brecha
digital o con la velocidad que se experimentan los cambios
tecnológicos ya no es posible?
Yo creo que sí se va cerrando pero se va cerrando gene-racionalmente,
pero lo que sí va creándose es un sustrato de gente que tiene ya una
distancia suficiente como para considerarlos una generación perdida.
Meter a esa gente dentro del entorno digital es muy complejo y, sobre
todo, tienen que ver una utilidad muy grande. En este momento hay
cuestiones tan paradójicas como que en teoría un sujeto fuerte de la
brecha digital son los jubilados y sin embargo muchos están entrando en
determinados segmentos bastante bien porque le ven una utilidad muy
grande a mantenerse activos, a participar en foros, etc. Al final yo
creo que la cuestión es hacer propuestas reales, de valor para la
gente. Tonterías como por ejemplo, sacar las entradas del cine a través
de la red, adquieren una popularidad brutal porque la propuesta de
valor es muy fuerte.
¿Qué sería lo primero que le exigiría al Gobierno español en cuanto al desarrollo de la sociedad de la información?
Yo soy profundamente liberal en ese sentido y creo que el Gobierno
cuanto menos haga mejor. Lo que quiero es que me dé un sitio en el cual
poder hacer que la competencia funcione y en este momento los entornos
en los que la competencia no está funcionando son los que están
perjudicando más. Por ejemplo, en todo el tema de las
telecomunicaciones, el hecho de tener un puro oligopolio hace que sea
normal que aceptemos como perfectamente lícito que venga una compañía,
me dé un ADSL de 20 Mb y realmente yo no llegue a tener jamás más de 8
Mb y nadie proteste. De este tipo de cosas no puedes realmente
defenderte. Y todo el mundo está llegando a una conclusión que es: de
todas las promesas que se hacen, la menos mala cumpliéndolas es
Telefónica, que curiosamente viene a ser la propietaria de la mayor
parte de la infraestructura, con lo cual a Telefónica le interesa mucho
este lío que se está montando, que se discuta mucho esto porque al
final queda como el proveedor más fiable. Si realmente el mercado
estuviera liberalizado y pudiéramos cambiar de una a otra de un día
para otro
pero aquí, o tienes dos líneas y juegas con las dos o te
tiras un mes sin conectividad. Y lo aceptamos. En caso de forzar una
competencia real, una competencia fuerte, seguramente las cosas
progresarían mucho más.
¿Ganará el software libre al propietario?
Es cuestión de tiempo que en todos los programas que utilicemos, salvo
aquellos de profundo nicho, se desarrolle la opción libre que mejore
las prestaciones de la opción propietaria correspondiente. En estos
momentos, todos sabemos que Linux es bastante más potente y seguro que
Windows. Sin embargo, Windows tiene, aparte de un poderío brutal en el
parque de ordenadores de venta nuevos, la ventaja de que hemos sido
educados a trabajar con Windows y por lo tanto cambiar es complicado.
Windows es un mundo tan especial, que nos ha convencido de que para
salir de un sitio y terminar de hacer algo tenemos que darle al botón
Inicio, ¡fíjate qué contrasentido, y nos parece de lo más natural!
Durante mucho tiempo convivirán opciones libres y opciones propietarias
pero al final las empresas, como la propia Microsoft ya está haciendo,
aprenderán a explotar el poder de la comunidad y empezarán a
desarrollar cada vez más con metodologías parecidas a las del software
libre.
Cambiando un poco de tema, ¿por dónde irán la música y el cine en relación con el tema de las descargas P2P?
Primero, empecemos por eliminar de la discusión una cosa y es el si es
bueno, malo, legal o ilegal. El único factor relevante aquí es si se
puede hacer o no. Como se puede hacer y nadie puede detectarlo,
cualquier intento de pararlo chocaría con las libertades más esenciales
del ser humano. La única forma de pararlo sería poniendo un policía
entrando en las casas de la gente para vigilar qué tienen en su disco
duro. Entonces, si seguimos por el camino que adoran las entidades que
dependen de este tipo de ingresos, pues montaríamos estados policiales
en todas partes. Como no vamos a ir por ahí, esperemos, esto es
imparable. Entonces, lo que tienen que hacer las empresas es aprender a
vivir con ello.
Las de la música están trabajando en ello, aunque todavía les falta
muchísimo por entender y por aceptar. En las del cine, por ejemplo, lo
que vamos a ver es un cambio brutal en la forma de hacer cine. Bigas
Luna tenía una frase muy buena y es que el analfabeto del siglo XXI es
el que no sabe hacer películas. Cada vez que vas al cine, quédate hasta
el final de la película y ve enteros los créditos: asistente del
asistente del asistente... ¿qué ves ahí? Pues una ineficiencia brutal,
digna de un mercado que ha estado viviendo de esa manera. Entonces, las
películas del futuro no bajarán en calidad, porque los medios de
producción cada vez permiten una mayor calidad, sino que bajarán en el
número necesario de gente para crearlas o en la cantidad de dinero que
sea necesario para generarlas, pero eso dará lugar a películas que
pueden sobrevivir perfectamente con un número de espectadores pagando
mucho menor. Con lo cual, habrá gente que quiera ir al cine y otra
serie de gente que querrá ver la película en su casa y no pagarán, y te
parecerá perfectamente bien que no paguen porque lo que hacen es
contárselo a otros y hacer que esos otros vayan a la película.
Y dentro de todo esto ¿qué papel jugaría la SGAE?
Yo creo que tiene que haber una sociedad de gestión de los derechos de
autor. Soy crítico, no con la SGAE, sino con el papel que están jugando
en este momento. Es muy bueno que haya un jugador que intente controlar
quién hace un uso comercial de la creación de otro y cada vez que lo
haya, llegue ese jugador y diga tú has obtenido tanto explotando esa
creación, por lo tanto dale una cantidad al que lo creó, al autor, al
intérprete y dame un pequeña comisión por gestionar eso. Éste es el
papel, pero de ahí a pensar que tienen que perseguir a todos aquellos
que utilizan una obra sin ánimo de lucro, me parece bastante absurdo.
Porque si tú preguntases a los propios autores, ellos no están en
contra de que su música se escuche en la mayor parte de sitios
posibles, más cuando no estaban ganando tampoco tanto en función de
cada copia.
¿Y el canon digital?
El mayor problema del canon es que tengamos una clase política tan
profundamente inculta como para comprar ese argumento. Según lo que se
ha aceptado para el cálculo del canon, es que dentro de muy poco
tendremos que pagar por un CD, pues no sé cuántos millones, porque como
se calcula en función del número de canciones que caben en el CD y con
los avances tecnológicos dentro de poco podrás meter varios millones de
canciones en un CD, pues vale, calcúlale el canon a eso. Y cuando una
persona se quiera comprar un CD, cóbrale el equivalente a tres coches.
Es tan profundamente absurdo que lo que te lleva a pensar es: en manos
de quién estamos políticamente, quién está legislando los aspectos que
tienen que ver con tecnología y quién les está asesorando, porque a lo
mejor es que hemos pasado de pensar que un lobby está ahí para informar
y educar en cierto sentido a la clase política, a pensar que solamente
un lobby puede hacerlo. La sociedad civil no está participando en ese
proceso de educación de los políticos. Con lo cual, el problema es ése.
El canon se ha convertido realmente en la forma de perpetuar un modelo
de negocio que no se puede perpetuar de ninguna otra forma, un modelo
que consiste en vender plastiquitos cuando lo que queremos es música,
no plastiquitos. Si la clase política parece estimar que lo que hay que
hacer es proteger a esos señores en vez de proteger el interés común de
la ciudadanía, pues mal podremos avanzar.
África Sánchez-Carnero
CyT Nuestraprensa
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