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Directivas en minoría involuntaria.
CCOO Asepeyo
Sólo una tercera parte de los puestos de dirección está ocupada por mujeres.
Hay que querer romper el llamado techo de cristal y estar preparada para ello", dice Silvia González, una de las 60 mujeres que han participado en los cursos Jo Directiva que organizan la Conselleria de Treball y Esade. Es ingeniera industrial, tiene 36 años y su cargo en Seat es el de process information officer del proceso del producto, es decir, es la responsable de los sistemas informáticos necesarios para desarrollar e industrializar los nuevos modelos. Es toda una excepción, no tanto por tener un puesto de responsabilidad siendo mujer como por haberlo conseguido en un mundo tremendamente masculinizado como son las ingenierías y las profesiones técnicas.
Silvia González es lo que se considera una predirectiva, un mando intermedio, que forma parte del personal extraconvenio. Asegura que no lo ha tenido muy difícil, sobre todo porque cuenta con un buen currículo y con experiencia en la industria automovilística en España y en Alemania. Pero aún así recurre a la frase de una amiga suya para describir la situación: "Nuestra generación lo tiene difícil, porque nosotras estamos preparadas pero el mundo no está preparado para nosotras". Y es que sólo tres de cada diez personas contratadas para puestos de dirección son mujeres, según un estudio realizado por la consultora Hudson, especializada en búsqueda y selección de directivos. Es cierto que hay una tendencia a igualar las oportunidades, pero como reconoce Marisa Sierra, directora de la oficina de Hudson en Barcelona, la brecha entre hombres y mujeres apenas se ha reducido unas décimas en diez años. Lo más curioso, añade, es que "cuando en una terna de candidatos que presentamos al cliente hay mujeres existe el doble de posibilidades de que elijan a una mujer".
Un síntoma positivo es que en en algunas posiciones de mandos medios el porcentaje de mujeres y hombres está prácticamente equiparado. Es el caso de las áreas de recursos humanos, marketing, atención al cliente o control de calidad. Sin embargo, pueden contarse con los dedos de la mano las directoras de fábrica, directoras de obra o responsables de áreas como la informática o las finanzas. "Es preocupante el descenso de la inscripción de mujeres en las carreras universitarias técnicas", admite la consellera de Treball, Mar Serna, que añade que el problema está quizá en que "la mujeres se retraen en determinadas áreas porque creen que tendrán dificultades para incorporarse a un mundo muy masculinizado". "Hay pocas chicas interesadas en temas técnicos", corrobora Núria Basi, consejera delegada del grupo de moda Armand Basi, que antes de tomar las riendas de la empresa familiar ejerció su profesión de bióloga.
No hay unanimidad sobre si la equiparación es más o menos difícil en una empresa familiar o en una compañía multinacional. "En una empresa familiar, si hay un hombre se cuenta con él y no con sus hermanas", dice Núria Basi, que apunta que, en cualquier caso, "siempre es duro y complejo porque en definitiva cuando aspiras a un puesto estás compitiendo con otra persona". Para Marisa Sierra, "lo que marca las diferencias entre una empresa y otra es el tamaño, en las pymes hay menos equiparación, pero en las grandes empresas familiares se suele valorar más a las personas que en las multinacionales".
Uno de los grandes problemas, argumenta Marisa Sierra, es que "muchas mujeres no están interesadas en asumir una responsabilidad que les impide conciliar la vida laboral y personal". "Para tener una sociedad igualitaria se necesita un compromiso entre hombres y mujeres, un reparto de las responsabilidades familiares", apunta la consellera Serna, que reconoce que en los procesos de selección influye el pensar que la mujer tendrá hijos. Para Nuria Basi, es posible encontrar soluciones, como ha hecho su empresa con dos directivas, que ahora trabajan buena parte de su jornada desde su casa. "He tenido que aprender a tener una buena infraestructura en casa", explica Eva Prada, agregada comercial del consulado británico en Barcelona. Tiene dos gemelos de un año y otro hijo de cuatro años, pero, según dice, eso no le ha impedido seguir con su trabajo, gracias en buena parte a que "el consulado tiene un horario europeo y razonable". "Es difícil compaginar la vida profesional y personal sin hacer concesiones en uno u otro lado", añade Silvia González. "Para los altos cargos es más fácil que para los mandos intermedios porque disponen de más recursos para organizar la infraestructura", añade.
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