¿Qué se pretende con el acoso a los sindicatos?
La estrategia de acoso a los sindicatos que se está desarrollando en unos momentos sociales y económicos especialmente críticos, en los que la labor de los sindicatos es más necesaria que nunca, revela un trasfondo de intenciones irresponsables y verdaderamente inquietantes.
Las noticias que se propalan desde determinados medios de poder sobre presuntas irregularidades de los sindicatos (de hace años) no persiguen otro motivo que intentar situar a la defensiva a las direcciones actuales de los principales sindicatos españoles, obligándoles a intentar explicar o justificar por qué razón unos cuadros sindicales, por ejemplo, se fueron a comer a la Feria de Sevilla, o por qué se compraron unas carpetas para entregar a los asistentes a un Congreso, etc. Asuntos todos ellos de una cuantía extraordinariamente inferior ?a veces casi irrelevante- en comparación con los pingües beneficios que atesoran prohombres muy significativos de la derecha política española. Por no hablar de la derecha económica y de múltiples fenómenos de ?apropiación de bienes y recursos públicos?. En ocasiones, algunas de las aireadas facturas de los cuadros sindicales han sido ya devueltas por los propios sindicatos en sus auditorías internas. Pero eso no importa. Para algunos lo importante es airear a los cuatro vientos que los cuadros sindicales han llegado a tal punto que incluso se van a comer gambas a la Feria de Sevilla. ¡Faltaría más!
Como quiera que los líderes sindicales son personas honradas y coherentes, no pueden evitar quedar perplejos y cabizbajos ante estas noticias vergonzantes, por muy escasa que sea su cuantía. Pero el problema es que en los medios de comunicación ?incluso entre los que no pertenecen a la derecha más rancia? se ven obligados a mantenerse a la defensiva, y explicar y requete-explicar que ya están investigando las supuestas denuncias, mientras pasa el tiempo en sus intervenciones sin que puedan centrarse en abordar los graves problemas del paro, los despidos improcedentes, los intentos de recortar abusivamente el derecho de huelga, etc.
El propósito de esta estrategia es bien claro. Se trata de deslegitimar y acosar a los grandes sindicatos, creando en la opinión pública un clima de descrédito y sospecha, que sea propicio para recortar las ayudas públicas que ahora reciben. En definitiva, lo que se persigue es debilitarles e intentar taparles la boca. ¿Para qué? Evidentemente, para poder continuar dando vueltas de tuerca a la regresión social y económica, sin que existan respuestas adecuadas por parte de los sindicatos.
Si esta estrategia irresponsable tiene algún éxito, no es difícil anticipar lo que ocurrirá en un futuro inmediato: El clima de protesta y de indignación entre los trabajadores y la opinión pública continuará aumentando, y las reacciones no vendrán de la mano de grandes organizaciones sindicales capaces de realizar una interlocución razonable y de propiciar salidas y soluciones adecuadas y asumibles para todos, sino que la protesta surgirá de manera directa en la calle y de manera cada vez más airada, en movimientos poco organizados y plausiblemente más radicalizados, etc. Lo cual no hará sino empeorar más las cosas, añadiendo nuevos factores de inestabilidad social y política a nuestras ya difíciles circunstancias económicas y sociales.
Pero no hay que preocuparse ?nos dirán algunos?, ?ya estamos considerando esas hipótesis?. Es decir, ya están preparando una ley de orden público con medidas intimidatorias impropias de un régimen democrático y tolerante. Medidas con las que intentarán sembrar el temor a la represión en la opinión pública, aunque sea con el coste de retrotraer a la sociedad española a etapas que ya creíamos superadas. ¡Vamos, un prodigio de sensatez, sentido de la responsabilidad y talante verdaderamente democrático! Y aún así, algunos pensarán que todo esto les va a salir gratis.