Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual, psicológico o económico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada», reconociéndolo como una pandemia que afecta al 55 % de la población mundial, habiendo sido hasta un 70 % de las mujeres víctimas de esa violencia en algún momento de su vida. ?
Esta violencia contra las mujeres ejercida por razón de su sexo encontraría su raíz en las históricas relaciones de poder entre hombre y mujer, en el modelo social patriarcal que ha propiciado relaciones de dominio de éste sobre ella, la desigualdad entre sexos y la discriminación.
Esta violencia contra las mujeres se da desafortunadamente en muchos ámbitos, entre ellos, el laboral.
En julio de2018 CCOO denunció casos graves de acoso sexual a algunas temporeras de Albacete. Ese mismo año se destapaba el caso de las violaciones de derechos que sufrían las mujeres que recolectaban los frutos rojos en Huelva. Y en septiembre de 2020 CCOO denunciaba en el campo de Cartagena (Murcia) los abusos laborales y la situación de acoso sexual y hasta de agresión sexual que están sufriendo trabajadoras marroquíes.
Estos casos son los que han salido a la luz pública gracias a la valentía de estas mujeres, todas ellas en situaciones de extrema vulnerabilidad. Mujeres indefensas que no conocen el idioma, que están solas, muchas de ellas en situación irregular y que vienen con mucha necesidad y con el temor a perder un puesto de trabajo que es el único sustento para ellas y sus familias. Se ven abocadas a dar el paso porque no hay un sistema establecido que las proteja. Pero estos casos son solo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo.