El TTIP puede debilitar los derechos laborales de las trabajadoras y trabajadores europeos, ya que EEUU no han firmado 6 de las 8 normas básicas de la Organización Internacional del Trabajo, como la negociación colectiva, la igualdad en los salarios o la libertad de reunión.
EEUU tampoco han firmado el Protocolo de Kyoto, no han puesto límite a los transgénicos ni han asegurado la calidad de los alimentos en cuestiones como los tratamientos hormonales.
La presión más fuerte del TTIP es con la amenaza a los servicios públicos de educación y sanidad ya la gestión de recursos como el agua, ya que el acuerdo favorece su privatización.
El TTIP, que se está negociando con total opacidad, puede suponer un retroceso y una degradación de la legislación laboral, social y medioambiental de la UE y favorecer la privatización de los sistemas públicos.